
Vervisón en video: https://youtu.be/xp-xGqLvtjU
Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. (Proverbios 3:5–6)
Aceptar la voluntad de Dios no siempre es fácil. A veces, nos aferramos a nuestros planes, sueños y deseos con tanta fuerza que nos cuesta soltar el control y confiar en lo que Dios ha preparado para nosotros. Nos preguntamos por qué ciertas puertas se cierran, por qué nuestras oraciones no reciben la respuesta que esperábamos o por qué enfrentamos pruebas que parecen no tener sentido.
Pero la voluntad de Dios no está sujeta a nuestra comprensión. Él ve lo que nosotros no podemos ver y sabe lo que realmente necesitamos, incluso cuando no lo entendemos. Aceptar su voluntad implica rendirnos completamente a Él, confiando en que sus planes son siempre buenos, aunque en el momento parezcan inciertos o dolorosos.
El Señor Jesús mismo nos dio el mayor ejemplo de sumisión a la voluntad de Dios cuando, en el Getsemaní, oró: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). En su humanidad, sintió el peso del sufrimiento que vendría, pero en su obediencia perfecta, se sometió a la voluntad del Padre.
Aceptar la voluntad de Dios no es resignarnos con tristeza, sino confiar con gozo en que Él tiene el control. No significa que todo será fácil, pero sí que nunca estaremos solos. Su gracia nos sostendrá, su amor nos rodeará y su fidelidad nos guiará en cada paso.
Hoy, el Señor te invita a soltar tus temores y confiar en Él. ¿Hay algo en nuestra vida que nos cuesta entregar a Dios? ¿Una decisión, una relación, un anhelo profundo? Rindámoslo en sus manos y descansemos en su perfecta voluntad.
Comments