Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia. (Efesios 1:6–7)
Hace poco oí a un hermano que hablaba sobre este tema y daba su opinión, pues dijo que él pensaba que Dios tenía hijos predilectos, los que eran fieles y tenían una comunión cercana con Dios. ¿Esto es así? Es decir, ¿somos más aceptables a los ojos de Dios si somos más obedientes a Él? Nada más alejado de la realidad, porque si Dios hiciera eso, dejaría de ser Dios, pues en su Palabra encontramos lo siguiente: «Porque el Señor vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible que no hace acepción de personas ni acepta soborno» (Deuteronomio 10:17 LBLA),
Si Dios tuviera hijos predilectos o favoritos, como mencioné recién, dejaría de ser Dios, pues negaría su naturaleza imparcial. Entonces, que obedezcamos más u obedezca menos, no cambia la manera en como Dios nos ve y nos trata.
Hermanos, lo que tenemos que entender es que únicamente gracias al sacrificio del Señor en la cruz del Calvario, nosotros somos aceptos a los ojos de Dios. Es por causa del Señor Jesús que Dios nos puede mirar con «buenos ojos», porque en su santidad ni podía tolerar mirar nuestras maldades (Habacuc 1.13); pues nuestros pecados nos separaban de Dios (Isaías 59.2); y si fuimos reconciliados con Él, fue gracias al Señor Jesús: «Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación» (2 Corintios 5:19).
No pensemos que nuestra obediencia a Dios nos hace más aceptables, o porque tenemos una rica comunión con Él nos hace ser hijos predilectos, porque no es así. Nuestra obediencia es una manifestación del amor que le tenemos (Juan 14:14 y 21), bajo ningún punto de vista eso modifica la manera en cómo Dios nos ve o nos ama, sino en Cristo Jesús.
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