Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. (Job 1:21)
El libro de Job, nos relata la historia, un hombre que perdió todo cuanto tenía. Lo primero que perdió fueron sus animales (11.000 en total, entre ovejas, camellos, bueyes y asnas), así como sus 10 hijos (7 varones y 3 mujeres), todo esto le fue arrebatado en un solo día; ¿y cómo reaccionó este hombre en ese momento? Dice así la Palabra de Dios lo siguiente: «Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá» (Job 1:20). Incluso su misma salud se vio comprometida, ya que Dios permitió que Satanás lo hiriera con una sarna maligna desde la planta de sus pies hasta la coronilla de su cabeza (Job 2:7). Cuando él estaba en este estado, aun su propia esposa le dio la espalda; no obstante, incluso en aquel momento, Job siguió conservando su fe en Dios:
Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios. (Job 2:9–10)
Mis hermanos, ¿podríamos nosotros actuar como lo que hizo este hombre? ¿Acaso podríamos hablar como él sin dirigir quejas contra Dios por todo lo malo que nos está pasando? Algo incluso más importante, ¿tenemos una relación y conocimiento de Dios tan profundo que nos permiten ver más allá del dolor presente, apoyándonos en nuestra fe sin dudar de los propósitos de Dios? Seamos honestos, creo que muchos de nosotros no le llegamos ni siquiera a los talones a Job. Porque como seres humanos, lo que más nos cuesta entender es que todo lo que estamos atravesando viene directamente de Dios y es una expresión de su amor.
Esta es una de las lecciones más difíciles de aprender como creyentes: Adorar a Dios en medio de la adversidad, en medio del dolor y el sufrimiento, asimismo, darle gracias de corazón por lo que está permitiendo en nuestras vidas. Pero ¿adoramos a Dios cuando las cosas no salen como queremos? ¿Somos verdaderos adoradores que adoran a Dios sin importar las circunstancias?
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