Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. (Mateo 24.3–4)
Creo que el consenso general, es que estamos viviendo en los últimos días de la humanidad. Y tal como dicen los versículos de más arriba acerca de este tiempo final (fin del siglo), el Señor Jesús nos dejó una advertencia: “Mirad que nadie os engañe”. Bueno, a decir verdad, es más que una advertencia, sino que es un mandato, ya que el verbo “mirar” está en su conjugación imperativa, que es la que en nuestro idioma expresa los mandamientos y órdenes. No obstante, muy tristemente, como creyentes, no estamos cumpliendo con lo encomendado por el Señor.
Además de lo anterior, en su Palabra también encontramos otro mandamiento, el cual, nos ayuda a evitar el ser engañados fácilmente y que por lo general, tampoco obedecemos.
Antes bien, examinadlo todo cuidadosamente, retened lo bueno. (1 Tesalonicenses 5.21 LBLA)
Digo que no lo obedecemos, porque la gran mayoría de cristianos se cree todo lo que les dicen sin examinar nada, tanto en las iglesias como en la vida en general. Habiendo dicho esto, procedo a hablar de las mentiras que nos hemos creído.
Cada día en todos los noticiarios del mundo, así como en las redes sociales, se “informa” al mundo sobre el avance de la “mortal pandemia” del coronavirus.
La primera mentira -una que mencioné en el devocional del día de hoy-, es usar el nombre de la familia de los virus para dar la taxonomía de uno en particular. Repetiré lo mismo que dije en el devocional, porque coronavirus o mejor dicho coronaviridae, no es un virus en específico, sino que es toda una familia de virus que cuenta con subfamilia (coronavirinae y torovirinae) con varios genus (alfa, beta, gama, y deltacoronavirus; y torovirus y bafinivirus). Por lo cual, hablar de “coronavirus”, es hablar de toda una familia de virus y no de uno en particular, ¿pero por qué hacen esto las autoridades del mundo? Porque esto tiene que ver con la siguiente mentira.
La segunda mentira es el famoso examen de la polymerase chain reaction (Reacción en cadena de polimerasa) o PCR. ¿Qué es este examen y qué mide? La PCR es un proceso impulsado por enzimas para replicar el ADN in vitro. Usando esta tecnología, uno es capaz de convertir unas pocas moléculas de ADN en grandes cantidades.
¿Por qué es útil tener grandes cantidades de ADN microbiano disponibles para su estudio? Porque los niveles de ADN microbiano presentes en muestras clínicas suelen ser demasiado bajos para una manipulación y medición significativas. Y la PCR puede producir cantidades suficientes de ADN para que los microbios puedan detectarse e identificarse.
Aunque suene como una solución excelente para detectar microorganismos desde su material genético, tiene limitaciones, pues nada en este mundo es perfecto, sino solo Dios.
LIMITACIONES:
Falsos positivos. Irónicamente, los falsos positivos son el talón de Aquiles de la PCR y derivan de su mayor fortaleza, es decir, la increíble sensibilidad en la amplificación enzimática. Resultados con falsos positivos ocurren porque la PCR puede amplificar el ADN “contaminante” que encuentra su camino en una muestra, incluso cuando ese ADN está presente en cantidades extremadamente ínfimas. El ADN contamina las muestras a través de varios medios. El medio más importante de contaminación es el arrastre del producto de amplificación. Una sola PCR puede generar miles de millones de copias de ADN, cada una de las cuales es capaz de actuar como objetivo para una futura reacción de PCR. Si incluso una porción submicroscópica de una reacción de amplificación positiva de un ADN diferente a que queremos determinar llega al medio ambiente donde se mezclan las reacciones de PCR, entonces pueden producirse reacciones positivas falsas.
Falsos negativos. Los ensayos de PCR para la detección de microbios pueden dar falsos negativos por varias razones. La muestra puede contener inhibidores de PCR que interfieren con la amplificación. Por ejemplo, muestras que contienen sustancias inhibidoras de la PCR incluyen sangre (hemo), medios de cultivo de sangre, orina, humor vítreo y esputo. Los inhibidores de la PCR deben diluirse, eliminarse o ser inactivados para amplificar cualquier ADN microbiano presente.
Ahora, el método utilizado para la detección del COVID-19 es el RT-PCR (Reverse Transcriptional Polymerase chain reaction) a tiempo real, este procedimiento de detección tiene un tiempo de prueba de 3 a 4 horas y funciona a través de una toma de muestras de secreciones de las vías respiratorias, muestras que pasan por un proceso en el que se extrae el material genético para recuperar el ARN viral para luego ser convertido en ADN mediante la enzima Transcriptasa inversa. Continuando con el proceso se aplica un PCR (explicado arriba) en el que otra enzima toma este ADN y replica un trozo en una reacción controlada por un computador mediante ciclos de temperatura. Esta enzima genera progresivamente un gran número de copias del ADN y cada vez que genera una copia emite una pequeña fluorescencia que es detectada a tiempo real por el computador.
¿Cuál es el problema con usar este método? Que también contiene limitaciones:
a. El producto de PCR aumenta exponencialmente (conlleva a que se puedan producir alteraciones en el ADN).
b. La variación aumenta con el número de ciclo (mientras más se agranda la muestra, más varía el ADN a estudiar).
c. Mayor variación después de la transformación a valores lineales.
d. Mayor riesgo de resultados falsos negativos.
Si bien, este examen es bastante específico para detectar la presencia de material genético del virus, pero vemos que no es método infalible y perfecto. Con estos falsos positivos que arroja el examen se generan estos famosos diagnósticos de “enfermo asintomático”. Sin embargo, este es un diagnóstico inexistente, por no decir que es inventado, porque o estamos sanos (sin síntomas) o estamos enfermos (con síntomas de alguna enfermedad). Y desde las organizaciones mundiales nos presentan este examen casi que como infalible y 100% confiable, tal como si fuera la panacea (remedio o solución general para cualquier mal); pero vemos que están sujetos a errores, pues como dije antes, solo Dios es perfecto.
En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová; escudo es a todos los que en él esperan. (Salmos 18.30)
La tercera mentira, es dar datos brutos en las noticias, es decir, el número total de contagiados, los muertos y los recuperados sin ningún cálculo extra.
En salud, por regla epidemiológica, cuando se comunican datos acerca de cualquier enfermedad, se debe hacer a través de las reglas de la misma.
De acuerdo con wikipedia, la epidemiología es la ciencia que estudia y describe las enfermedades que se presentan en una determinada población, para lo cual se tienen en cuenta una serie de patrones de enfermedad, que se reducen a tres aspectos: tiempo, lugar y persona: el tiempo que tarda en surgir, la temporada del año en la que surge y los tiempos en los que es más frecuente; el lugar (la ciudad, la población, el país, el tipo de zona) en donde se han presentado los casos, y las personas más propensas a padecerla (niños, ancianos, etc. según el caso).
Es por eso que jamás se han presentado los datos sin analizar (datos brutos), porque eso conduce a errores interpretativos y pueden generar pánico en la población (como es el caso). Es por eso que siempre se habla en salud con tasas y de indicadores, nunca con número total de enfermos y muertos. Ahora, si uno hace una búsqueda en Google, se dará cuenta que cuando entrevistan a "un experto", este siempre dirá que las tasas de mortalidad o letalidad significan nada y que no entienden porqué la gente insiste en usar dicho cálculo, porque "no es correcto" hablar en dichos términos, ya que, dicen ellos, "no conocemos cuál es la población real que está contagiada"; anulando así más de 100 años de evidencia científica.
Pero, entonces, ¿por qué los gobiernos nos presentan la información de esta manera, es decir, sin tasas e indicadores? Porque lo que se busca es sembrar el temor en la población, para así tenernos controlados y empobrecer a los países, ya que es todo parte del plan para que aparezca el "gran salvador" de la humanidad, esto es, el anticristo.
Déjenme hablarles de solo dos tasas que se deberían presentar en todos los medios de comunicación.
1. Tasa de mortalidad general. Se refiere a la proporción de personas con una característica particular que mueren respecto al total de personas en un lugar determinado. Esta tasa se calcula usando a los enfermos de una enfermedad determinada (en esta caso COVID), más toda la población expuesta a dicha enfermedad. Se calcula a través de una división muy sencilla. En el numerador se ponen los muertos de una enfermedad; mientras que en el numerador se ponen los habitantes totales de un lugar, que en este caso es el mundo entero. El resultado obtenido se multiplica por 100.000 (cien mil). Hagamos el ejercicio. Tomando los datos disponibles en Google del 15 de septiembre de 2020, a nivel mundial, tenemos que:
Habitantes del mundo: 7.594.000.000 (siete mil quinientos noventa y cuatro millones)
Muertos por COVID-19: 935.000 (novecientos treinta y cinco mil)
Entonces, si hacemos el cálculo antes mencionado, es decir, dividimos los muertos por los habitantes y lo multiplicamos por cien mil, nos da 12.3 y como estamos hablando de personas, se deja el número cerrado en 12, ya que no podemos contar a cero punto tres (0.3) personas. Así que, el resultado es:
Por cada 100.000 (cien mil) habitantes, muere un total de 12 personas debido al coronavirus a nivel mundial.
Si nos damos cuenta, es un número extremadamente pequeño. Ahora, la cosa se pone aún más interesante cuando calculamos la tasa de letalidad.
2. Tasa de letalidad. Es la proporción de personas que mueren por una enfermedad específica entre los afectados por dicha enfermedad en un periodo y área determinados. Esta tasa se calcula dividiendo a los muertos de COVID por los enfermos de COVID, pero en vez de multiplicarla por cien mil, se multiplica solo por 100 (cien), ya que esta tasa se expresa en porcentaje, es decir, nos da el porcentaje de los que se mueren a causa de una enfermedad específica. Volvemos a consultar Google y al 15 de septiembre, estos son los datos:
Contagiados: 29.600.000 (veintinueve mil seiscientos)
Muertos: 935.000 (novecientos treinta y cinco mil)
Entonces, usando los datos de más arriba, dividimos a los muertos por COVID, por el número total de contagiados y lo multiplicamos por 100. El resultado que nos da es de 3.2%. Por lo tanto, podemos decir que:
Del total de los contagiados por el coronavirus, solo muere el 3.2%. Es decir que, del 100% de los contagiados, el 96.8% se recupera de la enfermedad.
No solo mueren pocas personas con respecto al total de la población, sino que los que mueren debido a la enfermedad, entre los que están contagiados, también es bajo. Por lo tanto, ¿es esta una enfermedad altamente mortal y letal? ¡Para nada! En pocas palabras, ninguna de las medidas sanitarias se justifican, especialmente el aislamiento social, porque una enfermedad con una tasa menor o igual a 15% es de baja mortalidad. Si nos damos cuenta, esto no es más que una manipulación de las organizaciones mundiales, los gobiernos regionales y los medios de comunicación, para sembrar el pánico entre la población y mantenernos bajo su dominio, pero especialmente para que no los cuestionemos.
Como dije antes, esto lo usan aquellos que gobiernan al mundo tras las sombras para generar temor, caos y empobrecimiento, ya que el mundo debe estar sumido en un caos total para que pidan a gritos a un gobernante mundial que venga a solucionarles la vida; y que, como creyentes, sabemos que este "salvador" se llama el anticristo. Y tal como nos dicen las escrituras, la aparición de este ser es a través de muchas mentiras diabólicas:
Y entonces será revelado ese inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuya venida es conforme a la actividad de Satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos. (2 Tesalonicenses 2.8–9 LBLA)
Mis hermanos, jamás podemos olvidar que aquel que gobierna este sistema mundano es el diablo (1 Juan 5.19) y, como bien nos dijo el Señor Jesús, él es el padre de la mentira:
El fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira. (Juan 8.44 LBLA).
Ahora, quizás para quien se esté preguntando que quién soy yo para contradecir todo lo que las autoridades mundiales dicen, bueno, soy enfermero con especialidad en pacientes críticos y además fui jefe de una unidad de urgencias durante 4 años; así que, creo que tengo una idea cierta de lo que estoy hablando; pues una de las cosas que más me gustaban, además de los pacientes en estado muy grave y hacer cálculos estadísticos, eran las infecciones asociadas a la atención en salud.
En conclusión, mis hermanos, seamos obedientes a los mandatos de Dios y no creamos de buenas a primeras todo lo que este mundo nos presenta, porque este es un mundo lleno de mentiras orquestadas por el diablo; así que, escudriñemos exhaustivamente las cosas, investiguemos en profundidad y preguntemos hasta que lleguemos al meollo del asunto. Y sigamos el ejemplo de los judíos de la sinagoga de Berea:
Enseguida los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas a Berea, los cuales, al llegar, fueron a la sinagoga de los judíos. Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así. Por eso muchos de ellos creyeron, así como también un buen número de griegos, hombres y mujeres de distinción. (Hechos 17.10–12 LBLA)
Estos hombres y mujeres, no se creyeron de buenas a primera lo que les decían Pablo y Silas, sino que corroboraron que si lo que se les estaba diciendo era verdad y una vez que verificaron que todo era cierto, recién lo creyeron. Lo mismo debemos hacer nosotros, averiguar, preguntar e investigar antes de creer cualquier cosa que se nos presenta, especialmente si es algo del mundo. Además, no hay justificativo delante de Dios para no hacer esto, porque tenemos toda la información del mundo en nuestras manos, pero no la usamos porque somos flojos y crédulos, además de desobedientes a los mandatos de Dios. Así que, cambiemos de actitud, seamos críticos y no nos dejemos engañar tan fácilmente, ya que su palabra nos dice:
Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. (2 Juan 7)
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