top of page

Asumir nuestra responsabilidad ante Dios



La insensatez del hombre tuerce su camino, y luego contra Jehová se irrita su corazón. (Proverbios 19:3)


Desde el inicio de la humanidad, tenemos la tendencia de culpar a otros por nuestros errores. Esta inclinación se manifiesta claramente desde de Adán y Eva en el Edén. Cuando Dios confrontó a Adán tras su desobediencia, él culpó a Eva, y Eva, a su vez, culpó a la serpiente (Génesis 3:12–13). Este comportamiento, que parece tan natural, no es más que un reflejo de nuestro orgullo y falta de humildad para reconocer nuestras fallas.


Proverbios 19:3 nos revela la raíz de este problema: la insensatez. Cuando nuestras decisiones nos llevan al fracaso o al dolor, preferimos buscar culpables externos, incluso culpamos a Dios, en lugar de examinar nuestros propios corazones. Pero esta actitud no solo nos aleja de la verdad, sino que también nos impide experimentar la gracia transformadora de Dios.


¿Por qué culpamos a otros? La culpa es una forma de proteger nuestro ego. Reconocer nuestras faltas puede ser incómodo porque nos confronta con nuestra fragilidad y pecado. Sin embargo, esta negación solo genera frustración y distancia de Dios. Como dice el versículo, nuestra insensatez «tuerce nuestro camino» y cuando las cosas salen mal, en lugar de asumir la responsabilidad, nuestro corazón se irrita contra el Señor, como si Él fuera el responsable de nuestras malas decisiones.


Dios nos llama a vivir en verdad y a confesar nuestras faltas. 1 Juan 1:9 nos promete que si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos. Pero esto solo es posible cuando dejamos de culpar a otros y reconocemos que somos responsables de nuestras elecciones.


En lugar de buscar excusas o culpar a los demás, debemos imitar al salmista, quien dijo: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos» (Salmo 139:23). Este examen nos ayuda a ver nuestras faltas a la luz de la Palabra de Dios, nos lleva al arrepentimiento, y abre la puerta para que Él trabaje en nosotros. Culpar a otros puede ser un hábito humano, pero no es un hábito divino, por tanto, no podemos actuar así si somos creyentes.

29 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page