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​​Bienaventurado aquel cuya ayuda y esperanza están en Dios

  • 27 feb
  • 1 Min. de lectura


Versión en video: https://youtu.be/BoOMXz-5fJ4


Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios. (Salmos 146:5)


Cuando enfrentamos dificultades, es fácil buscar apoyo en lo que podemos ver y tocar: las circunstancias, las personas, los recursos materiales. Sin embargo, la verdadera felicidad y seguridad no provienen de lo terrenal, sino de confiar plenamente en Dios. Otras veces, ponemos nuestras esperanzas en lo pasajero, en personas, e incluso, en las riquezas, pero lo que Dios nos dice difiere mucho de eso.


Este versículo nos recuerda que la verdadera bienaventuranza –esa alegría profunda y bendición que solo Dios puede dar– se encuentra en depender y esperar en Él. El salmista menciona a Jacob, un hombre que vivió desafíos, errores y luchas, pero que experimentó la fidelidad de Dios en cada paso de su vida. Así como Dios sostuvo a Jacob, también es nuestro ayudador hoy, asimismo, cuando Jacob puso su esperanza en Dios, fue cuando su vida se llenó de bendiciones espirituales para él y su familia.


Cuando el mundo nos ofrece falsas seguridades, Dios nos llama a poner nuestra esperanza en Él. No en el dinero, no en el poder, no en la aprobación humana, sino en el Señor, quien es fiel, inmutable y todopoderoso.


Mis hermanos, ¿dónde estamos depositando nuestra confianza hoy? ¿Es en nuestras propias fuerzas o en la ayuda de Dios? ¿En quién o en qué tenemos puestas nuestras esperanzas? La bendición está en la confianza en Dios, pues es allí donde debemos poner nuestras esperanzas, ya que Él jamás nos fallará.

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