top of page

Bienaventurados los que moran en su presencia

  • 21 feb
  • 2 Min. de lectura


Versión en video: https://youtu.be/ct-ZikETgx4


Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, para que habite en tus atrios; seremos saciados del bien de tu casa, de tu santo templo. (Salmos 65:4)


El salmista David nos recuerda en este versículo una profunda verdad: el mayor privilegio que puede tener un ser humano es ser llamado por Dios para habitar en su presencia. No hay bendición más grande que estar cerca de Él, ser parte de su pueblo y experimentar la plenitud que solo su casa puede ofrecer.


Este pasaje nos habla de tres cosas esenciales en la vida del creyente. Primeramente, nos deja en claro que la elección es de Dios. Ninguno de nosotros hemos llegado a Él por mérito propio, sino porque su gracia nos ha alcanzado. Es Dios mismo quien nos ha llamado, nos ha atraído con lazos de amor y nos ha dado acceso a su presencia por medio de su Hijo Jesucristo.


En segundo lugar, es un privilegio poder habitar en sus atrios. En el Antiguo Testamento, leemos cómo solo los sacerdotes y levitas podían entrar en el templo. No obstante, en Cristo, todos los creyentes hemos sido acercados a Dios y podemos entrar hasta su misma presencia confiadamente (Hebreos 4:16). Y a diferencia del antiguo pacto, nosotros ya no necesitamos un mediador humano, porque el Señor Jesús ha abierto el camino al Padre. Por tanto, hoy podemos morar en comunión con Él diariamente, sin restricciones.


Y finalmente, podemos disfrutar de la plenitud de su casa. Quien vive en la presencia de Dios es saciado con el bien de su casa. Esto no solo habla de provisión material, sino de alimento espiritual, de paz en medio de la tormenta y del gozo incomparable de estar con Él.


Mis hermanos, cuán importante es que podamos entender, y disfrutar, este acceso hasta la misma presencia de Dios, en donde nos podemos deleitar y gozar sin importar dónde estemos o qué circunstancias estemos viviendo. No dejemos pasar ni un solo día sin que nos regocijemos en la presencia de nuestro Dios.

Comments


bottom of page