Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. (Juan 17:3)
¿Podríamos decir con certeza que, como creyentes, conocemos a Dios? Hermanos, es mejor que comencemos a preocuparnos de examinarnos ante los ojos de Dios y no ante los nuestros o de los que nos rodean, porque siempre estaremos satisfechos y despreocupados de nuestra salvación si nos evaluamos usando nuestros propios estándares. Recordemos que no podemos descuidar la salvación que se nos ha dado (Hebreos 2:3). Es que no podemos vivir olvidando lo caro que le costamos al Señor. ¡Fue la vida del Autor de la vida!
Como nos dicen las Escrituras, cuando Adán y Eva pecaron, fue debido a los engaños y tentaciones de Satanás, pero ¿acaso creemos que este dejó de hacerlo en nuestros días? ¡Claro que no! Él sigue engañando incansablemente a todos aquellos que se dejen engañar. Obstaculiza y pone tropiezos cada día, lanza ataques de todo tipo para hacernos caer y busca siempre tentarnos en nuestra carne; pues anda como un león rugiente buscando a quién devorar (1 Pedro 5:8).
Dentro de todos sus engaños, existe uno que se popularizó hace ya un tiempo, y es hacer creer la mentira de que por ser creyentes, tenemos la «autorización» o el «permiso», para seguir llevando una vida de pecado o idéntica a la de la sociedad que nos rodea. Es triste escuchar a cristianos que repiten frases como: «pero si estamos en la gracia y Dios lo perdona todo» o «Dios solo mira lo de dentro del corazón y no lo de fuera», y también dicen: «Los tiempos cambiaron, eso era para la gente del Antiguo Testamento». Al repetir esas frases solo demuestran el poco conocimiento que tienen de Dios y de su Palabra.
El Señor Jesús dijo claramente que no podemos servir a dos señores (Mateo 6:24), así que, o lo servimos a Él, o servimos a alguien o algo más. Lo más hermoso de la vida de un creyente es el poder ir conociendo más y más a Dios con cada día que pasa. Además, nuestro Dios desea que le conozcamos:
Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón. (Jeremías 24:7)
Mis hermanos, tenemos este privilegio tan grande, que ninguna otra criatura en toda la creación tiene, poder conocer a Dios íntimamente como Padre, como Salvador, como Esposo, como amigo, como Rey, como ayudador, etc. Aprovechémoslo y busquemos a nuestro bendito Dios cada día, para que así podamos conocerle mucho más.
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