Versión en video: https://youtu.be/gX6-6fDXA-0
El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? (Salmo 27:1)
Vivimos en un mundo lleno de incertidumbre: crisis económicas, conflictos, enfermedades y cambios inesperados que pueden traer temor y ansiedad. Por ejemplo, el día de ayer los mercados bursátiles cayeron debido a una inteligencia artificial de China. Así de frágil es este mundo, y a veces, parece que todo se vuelve aún más inestable y fuera de control. Pero en medio de todo esto, la Palabra de Dios nos recuerda que Él sigue en el trono, que el gobierna y que todo está bajo su control. Dice su Palabra:
¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno? ¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado. (Lamentaciones 3:37–39)
David, el autor del Salmo 27, conocía lo que era vivir en peligro, pues sufrió una terrible persecución por parte del rey Saúl. Sin embargo, declaró con confianza que el Señor era su luz, salvación y fortaleza. No importaba cuán difícil fuera la situación, su seguridad no estaba en las circunstancias, sino únicamente en Dios.
Del mismo modo, nosotros también podemos encontrar paz en la presencia de nuestro Dios, pues no ha cambiado ni lo hará. Además, Él ha prometido que nunca nos abandonará ni nos dejará solos en medio de las pruebas. En tiempos inciertos, debemos aferrarnos a su fidelidad, buscar su rostro en oración y confiar en sus promesas, pues nuestro Dios no miente, pues es la verdad (Juan 14:6).
Así que, hermanos, no temamos de las circunstancias inciertas que podamos estar experimentando o lo que acontece en el mundo en general. Confiemos en nuestro Dios, pues “Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto” (Deuteronomio 32:4).
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