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Confianza en la prueba




En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. (1 Pedro 1:6–7)


Hay un tipo de pino muy inusual que se encuentra en gran cantidad en el Parque Nacional Yellowstone. Las piñas de este pino pueden colgar de los árboles por años y años, e incluso cuando caen no se abren. Estas piñas solo pueden abrirse cuando entran en contacto con fuego intenso. Pero Dios tuvo un propósito al diseñarlas de esta forma. Cuando un incendio forestal arrasa con el parque y los bosques, todos los árboles quedan destruidos. Al mismo tiempo, sin embargo, el calor del incendio abre las piñas de los pinos, y estos árboles a menudo son los primeros en resurgir en la zona afectada por el incendio.


Los cristianos, somos como aquellas piñas, necesitamos del fuego de la prueba para poder fructificar. Lo que nos cuesta entender, es que si estamos atravesando una situación difícil, es con algún propósito por parte de Dios. Sin importar si esa lección es para que aprendamos a depender más de Él, para aumentar nuestra fe o para probar nuestra paciencia. No obstante, lo que Dios espera de nosotros en este tipo de situaciones, es que aprendamos a confiar en Él, y en vez de venirnos abajo, necesitamos aferrarnos de Él, puesto que está obrando en nuestras vidas. Y por sobre todas las cosas debemos mantenernos gozosos (Filipenses 4:4).


El apóstol Pablo, quien sufrió bastantes dificultades en su vida (ver 2 Corintios 11:23–29), tras lo cual, dijo: «No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación» (Filipenses 4:11). ¿Podemos decir como el apóstol: «pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación»? Probablemente, la mayoría de nosotros contestará con un rotundo, no. 


Mis hermanos, en vez de buscar arreglar lo que «se echó a perder», pues pensamos que de seguro Dios se equivocó o que Satanás «le ganó terreno», y nosotros debemos «arrebatarle» la victoria al diablo. No nos engañemos, nada de lo que podamos estar viviendo es parte del azar, tampoco es un error de parte de Dios o una victoria del diablo, más bien, es la soberanía de Dios ejercitándose sobre nuestras vidas. Aprendamos a poner toda nuestra confianza en Dios, pues Él siempre desea la paz para nosotros (Jeremías 29:11).

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