Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí, hasta siete? Jesús le dijo: no te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. (Mateo 18:21–22)
Además de lo anterior, el Señor también dijo: «Si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial» (Mateo 6:14). Muchas veces tomamos este tema con ligereza, pero no perdonar a nuestros hermanos sus ofensas, implica que nuestros pecados tampoco serán perdonados por Dios. La verdad es que esto debería quitarnos el sueño. Claro, es una reacción normal de la carne molestarse cuando alguien nos ofende y peca contra nosotros, sin embargo, la Palabra de Dios dice: «no pequen al dejar que el enojo los controle. No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados» (Efesios 4:26 NTV). Además, recordemos que el Señor dijo: «Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra» (Mateo 5:39).
¿Por qué nos ofendemos? ¿Por qué nos cuesta perdonar? Debido a nuestra falta de humildad, ya que cuando nos creemos algo, y alguien nos ofende, no podemos perdonarle. De ahí que la Biblia nos diga: «Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno» (Romanos 12:3).
Ahora, ¿por qué debemos perdonar a quien nos ofende? No solo porque es un mandamiento, sino porque al igual que en la parábola de los dos deudores (Mateo 18:23–35), el rey le perdona una cantidad abismalmente grande de dinero a uno de sus siervos, a nosotros se nos perdonó una cantidad gigantesca de pecados y es por esa razón que debemos perdonar cualquier pequeña falta que alguien cometa contra nosotros. Aunque es triste saber que hay hermanos que no perdonan pervirtiendo así el mandato de Dios y exponiéndose al castigo de este.
En conclusión, si no perdonamos a nuestros semejantes sus ofensas, de la misma manera que el Señor Jesús nos perdonó (Colosenses 3:13), nunca podremos ser perdonados, y jamás podremos orar a nuestro Padre diciendo: «Perdónanos así como nosotros perdonamos»; porque mientras no perdonemos, Él no nos va a perdonar.
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