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Cuando el desánimo toca la puerta



Enlace versión en video: https://youtu.be/8AVObWEyXto


Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. (1 Reyes 19:4)


El desánimo es una experiencia que toca a todos, incluso a aquellos con una fe firme y una relación íntima con Dios. El desánimo no es necesariamente una señal de debilidad espiritual, sino una realidad humana que refleja nuestra necesidad constante de depender del Señor. Un ejemplo claro de esto lo encontramos en la vida del profeta Elías, un hombre de Dios que experimentó un desánimo profundo tras una de sus mayores victorias espirituales.


Vemos a Elías en el monte Carmelo enfrentándose a los profetas de Baal. Allí obró un milagro extraordinario cuando Dios envió fuego del cielo para consumir el sacrificio, demostrando su poder y autoridad. Sin embargo, poco después, una amenaza de la reina Jezabel llenó a Elías de temor y desánimo. ¿Cómo pudo un profeta que había visto el poder de Dios tan de cerca llegar a desear la muerte?


Elías, cansado y agotado, se retiró al desierto y se sentó bajo un arbusto, aislado, sintiendo que su esfuerzo era en vano. A pesar de su comunión con Dios, el tropiezo de la amenaza lo llevó a perder de vista momentáneamente el plan de Dios. Este episodio nos recuerda que incluso los creyentes más fuertes pueden sentirse vulnerables frente a la adversidad.


Lo que sigue en la historia es una lección de consuelo y esperanza. Dios no reprendió a Elías por su desánimo ni lo acusó de falta de fe. En cambio, envió un ángel para fortalecerlo con alimento y descanso, dándole el sustento necesario para continuar su jornada. Luego, en el Monte Horeb, Dios le habló en un silbo apacible y delicado, recordándole que su obra no depende de la fuerza humana, sino de su propio poder como el Dios Todopoderoso.


Mis hermanos, si hoy nos sentimos desanimados, recordemos que no estamos solos. Dios ve nuestros corazones, conoce nuestras luchas y está listo para fortalecernos. Como hizo con Elías, Él nos invita a comer del pan de vida y a descansar en su presencia. En su tiempo y manera, Él renovará nuestras fuerzas y nos mostrará que aún hay camino por recorrer y un propósito por cumplir, el suyo.

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