Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos, mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:8–9)
Dos muchachos examinaban un rosal; uno observó que tenía espinas, otro, que ostentaba una hermosa rosa. Cuando llueve siempre hay quien está pronto a decir: «Esta lluvia hará barro», mientras otros exclaman: «¡Quitará el polvo y regará la tierra!». Se preguntó a dos convalecientes cómo se encontraban. Uno dijo: «Estoy mucho mejor hoy». El otro gruñó: «Estaba mucho peor ayer».
Cuando nos enfrentamos a un problema, dificultad, maltrato, prueba, etc. podemos mirar y enfrentar aquella situación desde nuestra perspectiva o desde la de Dios. Por ejemplo, cuando David, cuando oyó a Goliat, dijo: «¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?» (1 Samuel 17:26). A los ojos de aquel muchacho, el gigante no era más que un insolente que había osado levantarse en contra de Dios.
Si lo pensamos bien, Dios es el Altísimo y reina sobre todo lo que existe, cuando Él mira nuestros problemas o dificultados, ¿acaso pensamos que ve algo imposible o difícil para Él? Volviendo al ejemplo de David, ¿cómo pensamos que se vería Goliat a los ojos de Dios? Como un insignificante humano, por eso no fue difícil darle la victoria a Dios.
Cuando pasamos por pruebas y aflicciones, debemos mirar lo que nos acontecen desde la perspectiva divina y no la de nuestra carne. Sabemos que a los que amamos a Dios, todas las cosas nos ayudan a bien (Romanos 8:28), y que todo cuanto ocurre en nuestras vidas está controlado por Dios (Lamentaciones 3:37–38). Además, todo lo que vivimos en este mundo tiene como propósito el perfeccionarnos a la imagen de Cristo.
Cuando entendemos que el Todopoderoso, se toma el tiempo de trabajar en nuestras vidas, a través de las circunstancias que vivimos, ya no vemos, por ejemplo, la prueba como algo duro, sino como el amor de Dios en nuestras vidas, y su deseo de moldearnos a la imagen de su Hijo, es ahí cuando podremos gozarnos en la prueba o la dificultad, porque estaremos viendo las cosas que nos ocurren desde la perspectiva de Dios y no la nuestra.
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