Y él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. (Colosenses 1:18)
Lectura Bíblica recomendada: Esdras 1:1–4 y Hageo 1:2–11
En el libro de Esdras, vemos el comienzo de la reconstrucción del templo de Dios en Jerusalén. El rey Ciro de Persia emitió un decreto permitiendo a los israelitas regresar a su tierra y reconstruir el templo. Este evento marca un momento crucial en la historia de Israel, donde se pone de manifiesto la prioridad de adorar y servir a Dios por encima de todo. Sin embargo, la tarea de reconstrucción no fue fácil. Los israelitas enfrentaron oposición y, eventualmente, se desanimaron. En el libro del profeta Hageo, Dios reprende a su pueblo por haber descuidado su templo. Puesto que en lugar de continuar con la obra de Dios, los israelitas se centraron en sus propios intereses y comodidades. Hageo 1:4 dice: «¿Es acaso el tiempo para vosotros de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?»
Este llamado de atención de Hageo nos recuerda la importancia de poner a Dios —y a su obra— en primer lugar. Dios les mostró a los israelitas que sus dificultades, como la falta de provisión y la sequía, eran consecuencias de no darle a Él la prioridad que merece. Hageo 1:9 dice: «Esperabais mucho, y hallasteis poco; y cuando lo trajisteis a casa, yo lo disipé en un soplo. ¿Por qué?, dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa».
Al igual que los israelitas, nosotros también podemos caer en la trampa de poner nuestras propias necesidades y deseos sobre nuestro compromiso con Dios. Podemos estar tan ocupados con nuestras vidas diarias que olvidamos la importancia de buscar primero el reino de Dios y su justicia (Mateo 6:33).
Mis hermanos, ¿estamos dando a Dios el primer lugar en nuestras vidas? ¿Estamos dedicando tiempo para adorarle, leer su Palabra y servirle en nuestras vidas? Recordemos que la reconstrucción del templo en los tiempos de Esdras y Hageo nos enseña que cuando damos a Dios la prioridad que Él merece, Él bendice nuestras vidas y nuestras labores.
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