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Dios, el único que habla con verdad



Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. (1 Corintios 16:13)


Creo que para nadie es un misterio que, en el mundo en que vivimos hoy, influencia a los varones para que se feminicen y a las mujeres para que se masculinicen. Es más, se busca que esto se haga desde la cuna de los niños, extraviando sus mentes a través de la ideología de género, en donde les dice que si son niños, pueden ser niñas y viceversa.


Si miramos a un pasado no tan lejano, nos podemos dar cuenta que el diablo comenzó hace décadas con eso de que los hombres tenían un lado femenino, luego con que estaba bien explorarlo, después con que era muy deseable que un hombre estuviera en sintonía con sus sentimientos y que los expresara sin vergüenza, etc. Mientras que a las mujeres comenzó diciéndoles que eran iguales a los hombres, que las mujeres podían hacer las mismas cosas que los hombres, que tienen que dejar las emociones de lado, porque las debilita, etc.


La meta del maligno siempre ha sido querer destruir la creación de Dios y corromperla a tal punto que no se pueda reconocer. Busca unir lo que Dios dejó separado y busca separar lo que Dios unió. Un ejemplo de eso es la ropa, hoy estamos plagados de tiendas con ropa unisex, moda unisex, peluquerías unisex, etc. A decir verdad, cada día es más difícil identificar a una mujer de un hombre en las calles, por la manera de vestir y ser. 


Mis hermanos, hombres y mujeres, no somos iguales, somos distintos porque Dios nos hizo diferentes. Nuestras diferencias van desde lo genético hasta la manera de ser y no tenemos por qué buscar ser iguales; si Dios nos creó diferentes, debemos tener la certeza de que todo lo que él hizo es bueno: «Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera» (Génesis 1:31).


Sin embargo, el diablo busca implantar en la mente del ser humano que ser diferentes está mal, que hombres y mujeres deben ser iguales en todo, incluida la apariencia física y la manera de ser. Por esta razón, hoy más que nunca, debemos seguir lo que le dijo Pablo a los corintios: «Velad, estad firmes en la fe» (verso del encabezado). Como creyentes debemos estar atentos y no dejarnos engañar en estos tiempos cercanos al fin (Marcos 13:5), porque el único que habla con verdad siempre, es Dios.

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