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Dios puede perdonar gratuitamente



Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. (Romanos 5:18)


Si un árbol produce aunque sea una sola naranja, tendremos la certeza de que es un naranjo. Asimismo, no es necesario que un hombre haga mucho mal para que Dios lo declare pecador. Incluso si hubiéramos desobedecido solo una vez, tendríamos la prueba de que somos pecadores y culpables. ¡Qué terrible sentencia! El árbol es malo; tal como dijo el Señor: «El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo» (Lucas 6:45).


A veces creemos que nuestras buenas obras podrán interceder por nosotros ante Dios, porque pensamos que «Dios piensa como nosotros», y que el bien que creemos haber hecho compensa el mal que cometemos a diario. No, Dios no obra así; Él es santo y justo, y no da por inocente al culpable (Números 14:18). Lo cierto es que la sentencia de Dios es clara: «Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios, es abominación» (Lucas 16:15).


Sin embargo, la buena noticia es que Dios ofrece su perdón a todos los que se reconocen culpables. Y no, no hay diferencia porque todos hemos desobedecido a Dios, su Palabra es clara: «Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:22–23). Entonces, ¿por qué Dios puede perdonar gratuitamente, si dijo que toda mala acción sería castigada? Debido a Jesucristo, el Hijo de Dios, quien vino a sufrir ese castigo en nuestro lugar. Él vino a la tierra y jamás cometió pecado (2 Corintios 5:21). Sin embargo, Dios lo castigó y derramó toda su ira sobre Él, tomando mi lugar y el suyo. ¡Qué amor el de Dios, quien sacrificó a su propio Hijo, Jesús, por nosotros! ¡Qué amor el del Señor Jesús, quien se dio a sí mismo para ser castigado en nuestro lugar! Esta gracia de Dios es para usted y para mí, si la recibimos simplemente creyendo.


La salvación de su alma y el perdón de sus pecados, es gratuito, no es por buenas obras ni por esfuerzos humanos, sino que es por fe en el Hijo de Dios, quien nos ofrece el perdón de nuestros pecados a todo aquel que viene a sus pies con fe. Y usted, ¿ya ha creído en el Unigénito Hijo de Dios como su salvador personal?


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