Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:19–20)
La historia nos enseña que el hombre que iba a matar al apóstol Jacobo se negó a hacerlo. Y el rey Herodes decapitó a ambos. Quizás sucedió así.
La ejecución debía tener lugar simbólicamente el mismo viernes de la Pascua, aproximadamente catorce años después de que Jesús hubiera sido crucificado. Jacobo, el hijo de Zebedeo, fue escoltado a la sala de ejecución. Varios soldados ya estaban en la sala. La luz de las lámparas de aceite reflejaba manchas de sangre en el suelo. ¿Cuántos seguidores de Jesús habían estado antes que él en aquella misma habitación?
Jacobo miró a los ojos del guardia, pero este apartó su vista, pues su corazón estaba profundamente preocupado. Muchas veces Jacobo le había hablado de Jesús a través de la pequeña rendija en la pesada puerta de la prisión. Sin embargo, ahora, el corazón del guardia parecía abrirse. Su «amigo» se había convertido en su verdugo. Jacobo se arrodilló voluntariamente. Y cuando la espada del guardia estuvo a la altura del cuello de Jacobo, este se sacudió perceptiblemente con incertidumbre, para luego arrojarla al suelo junto al apóstol, sin hacerle daño. —¡No puedo! —Gritó el verdugo. —¡No lo mataré! Lo que Jacobo dice de Jesús es cierto, y no puedo matar a uno de sus siervos. Con un gesto de Herodes, los soldados se acercaron y tomaron al verdugo, ataron sus manos detrás de él, y lo forzaron al suelo junto a Jacobo. Ya arrodillados juntos, ambos fueron decapitados aquel día.
La tutoría es un tema popular tanto en el ámbito secular como en el espiritual. Parece que cada vez más personas están tomando nota del poder único de una relación personal entre dos personas. Uno tiene algo que aprender, mientras que el otro tiene algo que enseñar. Uno tiene algo que ganar y el otro tiene algo que dar. Seguir el ejemplo de alguien más que está siguiendo a Cristo es la definición espiritual de tutoría. Un creyente muestra a otro cómo vivir prácticamente la fe cristiana. ¿Quién dirías que es un mentor en tu vida? ¿Qué cualidades cristianas has visto en la vida de esa persona que perseguirás?
Extreme Devotion. La Voz de los Mártires
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