Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros, los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. (Santiago 4:8)
Un hombre perdido en el desierto, a quien la comida y el agua se le habían acabado días atrás. Tenía los labios hinchados, igual que la lengua, y él estaba estropeado y sangrando. Algunos de sus huesos casi se podían ver. Había sufrido los estragos de los cactus, la arena y el sol. Tenía ampollas. Se arrastraba por una pequeña colina hasta que encontró a una pequeña planta; se levantó sobre uno de sus codos sangrantes, y mirando a esta planta dijo: «¿Sabes? Si esto sigue así, ¡a lo mejor me desaliento!»
Muchos de nosotros hemos pasado —o quizás estamos pasando en este momento— por tiempos difíciles, de dolor, de pruebas, de tormentas, etc. en síntesis, días oscuros. A nadie le agrada cuando estamos atravesando por aquellos valles. Sin embargo, cuando estos vienen, una de las primeras cosas que hacemos, es alejarnos de Dios. Por ejemplo, comenzamos a tener problemas en casa o en el trabajo, ¿y qué es lo que dejamos de hacer? Congregarnos, o dejamos de orar y de leer su Palabra.
Mis hermanos, las pruebas y los valles de sombra de muerte (Salmos 23:4) tienen distintos propósitos en nuestras vidas, pero ciertamente, no es para que nos alejemos de la iglesia, para que dejemos la comunión, ni tampoco para que no busquemos la ayuda de nuestros hermanos, sino todo lo contrario. Así como los depredadores buscan aislar al más débil de la manada para así atacarlo, del mismo modo actúa Satanás, busca que nos aislemos cuando estamos pasando momentos difíciles, que a nadie le contemos nuestros problemas, que no pidamos ayuda, para que así él pueda atacarnos con más facilidad. Siempre nos mentirá con cosas como: «Si les cuentas lo que estás pasando, se van a dar cuenta de lo pecador(a) que eres». Lo cierto es que todos pecamos y no hay nadie perfecto, solo Cristo.
Pablo les decía a los gálatas: «Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de esa manera la ley de Cristo» (Gálatas 6:2 NTV). Mis hermanos, si estamos pasando por dificultades, apoyémonos en nuestros hermanos, que nos ayuden a llevar las cargas. No tomemos el camino equivocado que nos aleja de nuestros hermanos, ni mucho menos del Señor, tampoco escuchemos las mentiras del diablo, por el contrario, acudamos a la iglesia local para recibir alimento, para ser apoyados en oración y así se alivianen nuestras cargas.
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