Profesando ser sabios, se hicieron necios. (Romanos 1:22)
En los últimos años, millones de personas han descubierto un nuevo mundo, el de internet. Hace décadas los computadores se conectaron a internet, pero hoy en día son nuestros celulares los que permanecen conectados a internet en todo momento. Lo impresionante es que tenemos todo el conocimiento humano en la palma de nuestras manos; nunca antes hubo tanto acceso al conocimiento como hoy en día. No obstante, las personas se han vuelto cada vez más adictas y dependientes de las redes sociales (RRSS); teniendo todo el conocimiento que hemos acumulado como raza humana, preferimos perder el tiempo en cosas vanas.
A medida que avanzamos cada día más en esta era digital, más y más conocimiento e información son acumulados en la red mundial, tanto que hoy fácilmente nos podemos extraviar en este vasto conocimiento sin saber por dónde empezar. Sin embargo, una gran cantidad de información, por muy certera y exacta que sea, no garantizan un aumento de la sabiduría en aquellos que la adquieren.
Hace más de un siglo, el poeta británico, Alfred Lord Tennyson, se lamentaba diciendo: «El conocimiento crece, pero la sabiduría se rezaga». La Biblia destaca esta crucial diferencia entre un mero conocimiento y la sabiduría auténtica. En el libro de Proverbios, Dios hace un especial hincapié en esta diferencia:
Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides, ni te apartes de las razones de mi boca; no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará. Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará. (Proverbios 4:3–9)
En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo señaló que algunas personas siempre están aprendiendo, pero nunca llegan al conocimiento de la verdad (2 Timoteo 3:7). Y es cierto que la información y la tecnología pueden ser herramientas maravillosas, pero no debemos obsesionarnos con adquirir conocimiento, sino en buscar la verdadera sabiduría. Únicamente su Palabra es la que nos puede dar el verdadero conocimiento y la sabiduría que necesitamos para vivir, que es el conocimiento del Señor Jesús (Colosenses 2:3).
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