Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba. (Salmos 3:5)
Este versículo del Salmo de David refleja una confianza absoluta en la protección y el sustento de Dios, aun en medio de las adversidades. Cuando David escribió este salmo, se encontraba en una situación de gran peligro, siendo perseguido por su propio hijo Absalón. Sin embargo, en medio de ese caos, pudo acostarse, dormir y despertar con paz, porque sabía que el Señor estaba a su lado.
Como cristianos, enfrentamos momentos de dificultad y de incertidumbre, situaciones que nos llenan de preocupación. El mundo puede ser inestable, y nuestras vidas pueden verse sacudidas por problemas familiares, laborales o de salud. Pero el ejemplo de David nos recuerda que nuestra paz no depende de las circunstancias que nos rodean, sino de la confianza que tenemos en Dios.
La acción de «dormir» en este contexto no es solo un descanso físico, sino un acto de fe. Dormir significa que, aunque las circunstancias no sean perfectas, confiamos en que Dios está al control, pudiendo descansar sin temor de lo porvenir. Nos rendimos a su cuidado y dejamos nuestras cargas en sus manos.
¿Cuáles son las situaciones en nuestras vidas que nos están robando la paz? ¿Qué cargas nos están impidiendo descansar? El Señor nos invita hoy a entregárselas a Él, confiando en que nos sostendrá y cuidará. Tal como dice su Palabra: «Entrégale tus cargas al Señor, y él cuidará de ti; no permitirá que los justos tropiecen y caigan» (Salmos 55:22). Además, no nos olvidemos que Él nunca duerme, y su mirada siempre está sobre nosotros, asimismo, su poder es suficiente para darnos la paz que necesitamos.
Demos gracias porque Él es nuestro sustento en todo momento. Y dejemos todo en sus manos, descansando en su cuidado paternal, tal como nos invita el Señor: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28).
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