Porque ahora cuentas mis pasos; ¿no vigilas mi pecado? Mis transgresiones están selladas en un saco, y cubres mi iniquidad. (Job 14:16–17)
En medio de su profundo dolor, Job expresa una verdad asombrosa sobre Dios: Él conoce cada paso que damos y, a pesar de nuestras faltas, guarda nuestras transgresiones lejos de su vista. Este pasaje nos recuerda que, aunque nuestras debilidades sean evidentes, la gracia de Dios es aún mayor.
Job reconoce que Dios presta atención a cada detalle de nuestra vida. Esto no debe infundirnos miedo, sino confianza. El Señor no nos observa con la intención de condenarnos, sino con amor y cuidado. Él está cerca, aun en los momentos en que sentimos que nuestras fuerzas se desvanecen y las circunstancias nos superan.
Tal como menciona Job, Dios usa la imagen de las transgresiones selladas en un saco, una metáfora de cómo toma nuestros pecados y los aparta de nosotros. A través de Cristo, esta verdad adquiere su máximo cumplimiento: «Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones» (Salmos 103:12). El Señor Jesús tomó nuestras iniquidades y las cargó en la cruz, asegurándonos que nuestros pecados ya no nos condenan.
Y en los momentos más oscuros, podemos sentir que no somos dignos del amor de Dios. Sin embargo, Él nos asegura que no nos abandona. Aun cuando no entendemos su plan, podemos confiar en que su gracia es suficiente y su amor inmutable. Job, en su dolor, nos recuerda que Dios cubre nuestras fallas con su misericordia y nos acompaña en cada paso, aun en los más inciertos.
Mis hermanos, cuando enfrentamos pruebas, podemos recordar que Dios no solo cuenta nuestros pasos, sino que también guarda nuestras lágrimas y cubre nuestras faltas. Su perdón y gracia están disponibles para nosotros cada día. Entonces, acerquémonos a Él con humildad y gratitud, sabiendo que su amor permanece, incluso en medio de nuestras debilidades.
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