Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová. (Josué 24:15)
Cuentan que Alejandro Magno tenía un soldado en su ejército que llevaba su mismo nombre, Alejandro, pero que era cobarde. Un día, el gran conquistador se enfrentó a él y le dijo:
—¡O te portas como corresponde al nombre de Alejandro, o te cambias de nombre!
Cuántos hay que ostentan el nombre de cristianos, pero cuyo comportamiento en el mundo no se corresponde con el mismo ni da fe.
Al final de su carrera, Josué llama al pueblo de Israel y les hace un recordatorio de todo lo que Dios ha hecho por ellos. ¿Por qué? Pues porque ya estaban comenzando a desviarse del camino que Dios les había trazado y que tanto él como su predecesor, Moisés, habían estado tratando de prevenir. La idolatría que sus padres nunca dejaron atrás en Egipto, ahora comenzaba a hacerse presente en sus corazones y vidas, ya que Josué les dice: «Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses [énfasis añadido] a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová» (Josué 24:14).
Muchas veces, los creyentes, no nos portamos conforme al llamado que se nos hizo, ni a lo que nosotros mismos nos comprometimos a hacer, por ejemplo, cuando nos bautizamos y dimos testimonio visible de que moríamos al mundo para vivir únicamente para Cristo. A veces, por las influencias de nuestro alrededor, comenzamos a deslizarnos, imitando el mal actuar de otros.
Josué no siguió al resto, pues no dijo: «bueno, si todos los hacen, ¿por qué yo no?». No, sino que se mantuvo firme en su compromiso con Dios, sin importar si todos los demás se estaban desviando. Además, Josué fue muy valiente al confrontar al pueblo, al decirles, por ejemplo: «No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados. Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá, y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien» (Josué 24:19–20).
Así que, hermanos, sigamos el ejemplo de este fiel hombre de Dios, quien no tranzó su obediencia a Dios por nada ni nadie, y seamos valientes para confrontar a los que se puedan estar desviando.
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