Versión en video: https://youtu.be/68WcUFACsuk
Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. (Jeremías 17:5–6)
En este pasaje, Dios, nos advierte sobre el peligro de confiar en nuestras propias fuerzas o en las de otros, en lugar de depender de Él. No se trata solo de un error de juicio, sino que es una decisión que acarrea consecuencias devastadoras.
El verso 6 describe con crudeza el destino de aquel que aparta su corazón del Señor: será como un arbusto en el desierto, sin raíces profundas, sin agua, sin vida. Esta imagen nos habla de una existencia marcada por la sequedad espiritual, la esterilidad y la falta de dirección. Quien confía en sí mismo o en seres humanos en vez de en Dios, se priva de la provisión y del cuidado divino, condenándose a una vida en un desierto sin vida, sin agua y sin el descanso que solo el Señor Jesucristo nos puede dar.
Más aún, el pasaje enfatiza que esta persona no verá cuando viene el bien. No es que el bien no llegue, sino que su ceguera espiritual le impide reconocerlo. Mientras otros disfrutan de la fidelidad de Dios, el que ha puesto su confianza en la carne se encuentra atrapado en una sequía autoimpuesta.
El mensaje de este pasaje es claro: vivir al margen de Cristo es condenarse a una existencia árida y sin esperanza. Sin embargo, el mismo capítulo nos muestra la otra cara de la moneda: la bendición de confiar en el Señor (versos 7 y 8). El contraste es evidente. Quien se aferra a Jesucristo, será como un árbol plantado junto a corrientes de agua, en donde hallará vida, fruto y plenitud.
Mis hermanos, cada día enfrentamos la decisión de en quién confiar. Dios nos dice que la autosuficiencia nos lleva al desierto, mientras que confiar y depender de Él nos conduce a la verdadera vida.
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