Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal. (Colosenses 2:18)
Hace algunos años leí acerca de un restaurante que se llama «La Peor Comida de Oregón». Los dueños decían que servían «la peor comida que jamás ha probado usted, y el servicio, peor». En realidad, la comida era buena, se servían porciones generosas, y los precios eran razonables. El nombre era simplemente un truco hábil. Fue idea del dueño, quien se imaginó diciendo que su comida era «la peor». Su estrategia dio resultado. Los clientes que fueron por primera vez por curiosidad volvieron al poco tiempo.
Esta creativa táctica de negocios recuerda la práctica religiosa descrita por el apóstol Pablo en el segundo capítulo de su carta a los colosenses. En donde el apóstol advirtió a sus lectores que no se dejasen engañar por maestros falsos que parecían ser muy religiosos y humildes, pero que en realidad estaban satisfaciendo sus propios deseos llamando la atención hacia sí mismos. Esas personas hacen todo lo posible para propagar su indignidad. No obstante, desde el punto de visita de Dios, sus acciones no son más que una máscara para su orgullo y exaltación propia.
Aún, hoy en día, debemos cuidarnos de este tipo de personas, que en Palabra se les llama «lobos rapaces» (Hechos 20:29), que solo entran en las iglesias con el fin de destruirlas. El apóstol Pablo les advertía a los hermanos de Filipos a cuidarse de ellos, cuando les dijo:
Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal. (Filipenses 3:18–19)
Asimismo, hermanos, cercioramos de que, por ejemplo, nuestra humildad y autonegación de los deseos carnales están motivadas por la sumisión a Cristo y no por una estrategia hecha por nosotros mismos para beneficio personal, o de querer ser vistos de otros.
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