Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No conoce su valor el hombre, ni se halla en la tierra de los vivientes. (Job 28:12–13)
En el año 1930, para la inauguración del Fondo nacional para las ciencias, Jean Perrin, premio Nobel de física, pronunció un discurso en el cual predecía que los hombres «liberados por las ciencias» vivirían «felices y sanos» en una clase de Edén del futuro. 90 años después, estas palabras casi nos hacen reír. Desde luego, los progresos de la ciencia son indiscutibles. Han mejorado mucho la calidad de vida. En muchos países las hambrunas han desaparecido, ha habido grandes progresos en la medicina y los medios de transporte son muy diferentes a los de 1930. Sin embargo, ¿el hombre se liberó realmente? Por medio de sus progresos técnicos, ¿conoce la felicidad predicha por ese científico? ¿Es feliz?
La Biblia también habla de los progresos del conocimiento humano. Sin embargo, dice que ese conocimiento no es sinónimo de sabiduría e inteligencia. En el versículo del encabezado podemos ver que la sabiduría «no se halla en la tierra de los vivientes», pues su Palabra nos dice claramente: «He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia» (Job 28:28).
Por ejemplo, la energía nuclear, puesta en evidencia por los trabajos de Jean Perrin, produce la electricidad que se utiliza diariamente en muchos países, no obstante, también sirve para fabricar bombas destructivas. Por eso es que el conocimiento no es sinónimo de sabiduría. La liberación y la felicidad no se encuentran en los progresos materiales, pues la ciencia no nos dice lo que debemos hacer con el poder que ella nos da. Necesitamos una sabiduría que no dependa de nuestras mentes limitadas. La verdadera sabiduría se encuentra únicamente en el «temor del Señor», es decir, en el Dios Creador.
Entonces, ¿quiere ser sabio? Acérquese a Dios, pues solo en Él se halla la verdadera sabiduría, y asimismo, la felicidad plena para el ser humano.
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