Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)
¿Cuánto vale una vida? ¿Qué precio estarías dispuesto a pagar por alguien que amas? Ahora, imagina a alguien ofreciendo su vida por ti, aun cuando no lo merecieras, aun cuando no hicieras nada para ganarte su favor. Bueno, ese es el amor de Cristo.
El Señor Jesús, siendo el Hijo de Dios, dejó la gloria celestial para venir a un mundo roto, lleno de pecado y desesperación. Él no vino con riquezas, ni buscando fama. Vino con un propósito claro: rescatar a los perdidos. Su sacrificio en la cruz no fue un acto de desesperación, sino un acto perfecto de amor y obediencia al Padre.
El sacrificio de Cristo nos muestra el costo real del pecado. No es algo trivial ni superficial. El pecado requiere un precio, y ese precio fue pagado con la sangre de Jesús. Sin embargo, su sacrificio también nos revela algo mucho más profundo: el inmenso amor de Dios por la humanidad.
Como creyente, hoy te desafío a que tomes un tiempo para meditar en la cruz. Detente y pregúntate: ¿Estoy viviendo de una manera que honra el sacrificio de Cristo? Si hay áreas en tu vida donde sabes que no estás reflejando su amor y su gracia, este es el momento para arrepentirte y pedirle ayuda al Espíritu Santo.
Además, no te quedes con este mensaje solo para ti. Comparte con alguien hoy el significado del sacrificio de Jesús. Habla de cómo su muerte y resurrección han transformado tu vida. Recuerda que así como hemos recibido de gracia, también debemos dar de gracia. Versión en video: https://youtu.be/tGcK0bke_gM
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