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El temor de Dios



Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo. La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad. (Eclesiastés 7:18–19)


Las crisis financieras, alimentarias y políticas no son las únicas crisis a las que nos podemos enfrentar a lo largo de nuestras vidas; también existen las crisis personales: laborales, conyugales, familiares, etc. Y estas crisis producen que muchas veces perdamos el sentido de nuestras vidas. Encontrar dicho sentido, y la dirección que nos gustaría darle a ellas, es hallar la sabiduría. Sin embargo, ¿podemos los seres humanos hallar dicha sabiduría? Sí, si es que la buscamos en el lugar correcto. La Biblia nos dice que la sabiduría está «encubierta está a los ojos de todo viviente» (Job 28:21), no obstante nos es accesible, porque «el temor del Señor es la sabiduría y el apartarse del mal, la inteligencia» (Job 28:28).


Muchas veces tratamos de solucionar las cosas por nuestros propios medios, pensamos (consciente o inconscientemente) que somos lo suficientemente sabios. Aunque existe un problema con este modo de pensar:


¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él. (Proverbios 26:12)


Por lo tanto, y conforme a las Escrituras, la sabiduría para las diferentes crisis que podamos atravesar la hallamos en Dios, en el temor de Dios. Aunque ojo, temor no quiere decir miedo. Temer a Dios es tomar conciencia de su existencia y de su grandeza para honrarlo alejándose de sus pecados (Proverbios 8:13). Alguien podrá pensar que el temor de Dios le alejará de Él, pero ciertamente no es un Dios lejano (Jeremías 23:23) e inaccesible, tampoco es un Dios que nos condena (Juan 3:17) y nos rechaza (Salmos 51:17;Juan 6:37) para que tengamos que alejarnos de Él. Temer a Dios significa creer y confiar en Él. Y el punto de partida para este temor –y por tanto la sabiduría– es ir a Él mediante la fe en el Señor Jesús, porque no existe otro camino (Juan 14:6).

Su misericordia es de generación en generación a los que le temen. (Lucas 1:50)

Este temor de Dios, implica fe y confiar en Dios; significa aceptar que no podemos ocuparnos solos de nuestros problemas, que necesitamos su ayuda. Entonces, para poder sortear las dificultades, necesitamos depositar nuestra fe en Dios, y entregarle en sus manos nuestras vidas y futuros, tanto en el día de hoy como en el de mañana. De esta forma podremos descansar y decir como el autor de Proverbios:


El temor del Señor es para vida, y con él vivirá lleno de reposo el hombre; no será visitado del mal. (Proverbios 19:23)


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