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El vaso medio lleno



Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5:18 RVR60)


Un predicador del siglo XVII fue atacado por unos malhechores que le robaron su billetera. En su diario él anotó el suceso, agregando lo siguiente: «Estoy agradecido de Dios: — por no haber sido robado antes, — porque me quitaron el dinero y no la vida (aunque era mi fortuna, no era gran cosa), — ¡y ante todo, por ser el que ha sido robado y no el ladrón!»


Este hombre claramente actuaba, pensaba y sentía lo que dice la Palabra de Dios en Romanos 8:28: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados». Sus palabras demuestran que este creyente vivía lo que predicaba, y que puso en práctica esta enseñanza bíblica:


Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. (Colosenses 3:15 RVR60)


Notemos que la Palabra de Dios no dice que seamos agradecidos cuando nos pasen cosas buenas y con las malas nos quejemos, no, nos dice que siempre seamos agradecidos, sin importar si las circunstancias nos sean favorables o no. El ejemplo de Job en esto es claro, pues luego de todo lo malo que le pasó dijo: «¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?» (Job 2:10 RVR60). Esto no es estoicismo ni tampoco masoquismo, sino que es reconocer las manifestaciones de la ternura de nuestro Dios.


Si Él permite que experimentemos contrariedades en nuestras vidas, no son más que una muestra de lo que ha previsto para nuestras vidas, lo cual es parte de su gracia divina. No nos equivoquemos en pesar que el mal viene del diablo y el bien de Dios, porque las escrituras son claras en decir que:


¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno? (Lamentaciones 3:37–38 RVR60)


Alguien escribió: «La fe ve una ganancia en cada pérdida y un gozo en cada sufrimiento». Creyentes, si esta es nuestra mirada hacia las pruebas de Dios que permite en nuestras vidas, la paz de Dios reemplazará a la amargura, y seremos capaces de alabarle sin importar la circunstancia que nos toque vivir, según sea su soberana y perfecta voluntad.


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