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Estimulándonos al amor y a las buenas obras



Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. (Hebreos 10:24)


En este versículo de Hebreos, se nos invita a vivir en comunidad de una manera que va más allá de la simple convivencia o el apoyo superficial de una iglesia local. Dios nos llama a algo más profundo y significativo: a «considerarnos unos a otros». Esto implica no solo observar o ser conscientes de quienes nos rodean, sino prestar atención intencional a cómo podemos edificarnos mutuamente en el amor y las buenas obras dentro de la iglesia local donde nos congregamos.


Vivimos en una sociedad que, muchas veces, nos impulsa a enfocarnos solo en nuestros propios problemas y desafíos. Sin embargo, como creyentes, somos parte de un cuerpo, la iglesia, en la cual cada miembro tiene un papel crucial. El Señor nos ha dado a nuestros hermanos y hermanas en la fe para animarnos mutuamente, para fortalecernos en nuestra carrera espiritual (Hebreos 12:1). El amor al que nos llama Cristo no es un amor pasivo, sino un amor activo, que busca el bienestar del otro y que se manifiesta en acciones concretas de servicio y bondad. Pero ¿qué significa estimularnos al amor y a las buenas obras?


1. Amor sacrificial: El ejemplo más grande de amor es el que nos dio nuestro Señor Jesucristo al entregar su vida por nosotros en la cruz. Estimularnos al amor significa recordarnos mutuamente ese amor sacrificial y desafiarnos a vivirlo cada día, en nuestros hogares, iglesias, trabajos, y cualquier lugar donde estemos.


2. Buenas obras como fruto de la fe: Las buenas obras no son un requisito para la salvación, sino el fruto de una fe viva. El apóstol Santiago nos recuerda que «la fe sin obras está muerta» (Santiago 2:17). Nuestras acciones deben reflejar la fe que profesamos. Y como cuerpo de Cristo, debemos animarnos a mostrar al mundo el fruto del Espíritu a través de nuestras obras.


3. La importancia de la iglesia local: No fuimos llamados a caminar solos. La vida cristiana se desarrolla en una iglesia local, puesto que allí es donde podemos estimularnos unos a otros. Y al hacerlo, no solo crecemos personalmente en nuestro caminar con Cristo, sino que ayudamos a otros a crecer también. 


Así que, hermanos, ejercitémonos en esto, estimulemos mutuamente, como hermanos, al amor y a las buenas obras.

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