El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. (Proverbios 9:10)
¿Le tememos verdaderamente a Dios? Pregunto, porque la gran mayoría de cristianos han perdido el temor a Dios. Un ejemplo de esto es que en muchas congregaciones solo se habla del amor de Dios, de que vivimos bajo la gracia y no bajo la Ley, que podemos hacer lo que queramos con tal, Dios, únicamente mira el corazón, etc. pero no se habla de la santidad que Dios nos demanda o la obediencia a sus mandatos, ni qué decir del costo del discipulado.
El problema radica en que hemos encasillado al Dios Todopoderoso a un solo atributo, esto es, en el amor, pero debemos recordar que Dios también es:
Eterno (Génesis 21:33)
Infinito (1 Reyes 8:27)
Inmutable (Malaquías 3:6 y Santiago 1:17)
Juez justo (Salmos 11:7)
Omnipotente (Génesis 17:1; Éxodo 3:6; 2 Corintios 6:18; Apocalipsis 1:8, 19:6)
Omnipresente (Salmos 139:7—11; Ezequiel 8:12)
Omnisciente (Hechos 15:18; Salmos 147:4; Salmos 139:16; Mateo 11:21)
Santo (Levítico 11:44; Josué 24:19; Salmos 99:3, 5 y 9; Isaías 40:25; Habacuc 1:12; Juan 17:11; 1 Pedro 1:15; Apocalipsis 4:8)
Verdad (Juan 17:3; Tito 1:2; Romanos 3:4; Hebreos 6:18).
Bueno (Salmos 118:29)
Entonces, ¿por qué deberíamos temerle a Dios? Para temer pecar delante de Él, ya que como vemos en el primer versículo, temer a Dios es el principio de la sabiduría. Todo hijo de Dios debería temer faltarle al Dios tres veces Santo, porque en todo momento estamos en Su presencia y muchas veces lo olvidamos cuando estamos pecando. El salmista escribe: «Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad» (Salmos 4:4)
Por tanto, hermanos, cuando pensemos en nuestro Dios, no solo pensemos en su amor, sino que también pensemos en su justicia y su santidad. Además, mantengamos siempre presente de que debemos darle cuenta a Él de todo lo que hagamos en este mundo (Romanos 14:11–12).
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