Hacedores de la Palabra

Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. (Santiago 1:22)

En el sur de Rusia había un labrador que tenía un perro muy bonito. Un visitante que estaba en su casa admiró al perro y dijo: 

—Es un perro muy bonito. El labrador le respondió: 

—Se lo regalaré a usted porque no ladra. 

—¡Cómo! —dijo el visitante—, ¿no ladra? 

—No, no ladra —replicó el labrador. 

Entonces contó que lo había tenido una señora muy nerviosa, la que no podía sufrir que el perro ladrase, y para que no lo hiciese tenía un bastón y le pegaba en la cabeza cada vez que ladraba, hasta que por fin se quedó mudo.

Lo mismo pasa con nosotros cuando solamente oímos la Palabra, pero nunca la ponemos en práctica, nos volvemos como este perro mudo, es decir, no cumplimos con nuestro objetivo como creyentes. Mis hermanos, nada sacamos con tener 5, 10, 20 o 40 años de creyentes, conocer la Biblia de tapa a tapa, sabernos de memoria, un sinfín de versículos bíblicos, ser un prominente erudito bíblico, o tener títulos de teología, si es que no ponemos en práctica lo que Dios nos dice que debemos hacer. Porque, ¿qué pasa cuando nuestra fe no tiene obras?

Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. (Santiago 2:17)

No me malentienda, no digo que no hay que estudiar, memorizar y aprender lo que dice la Biblia, no, sino que si hacemos lo primero, entonces, debemos poner en práctica en nuestras vidas lo que vamos aprendiendo de su Palabra. La vida cristiana no es teórica, sino que es 100 % práctica. Por tanto, debemos ir poniendo en práctica lo que vamos aprendiendo, puesto que nada sacamos si solo acumulamos conocimiento, pero jamás lo usamos. Eso no cambia vidas, por el contrario, envanece, así lo dice Dios: «El conocimiento envanece, pero el amor edifica» (1 Corintios 8:1). 

Mis hermanos, a Dios, no le sirve que seamos cristianos, tipo académicos cabezones, llenos de conocimiento, lo que Dios quiere es que seamos hacedores de su Palabra, y no que nos pasemos una vida entera escuchando lo que nos dice, pero sin ponerlo en práctica.