Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2:10)
En la carta a los efesios podemos encontrar varios de los propósitos de Dios para con nosotros como creyentes. Se nos dice, por ejemplo, que fuimos escogidos por Dios para ser santos y sin mancha delante de Él (Efesios 1:4) o que fuimos adoptados para la alabanza de la gloria de su gracia (Efesios 1:6, 12 y 14). Todas estas verdades llenan nuestros corazones y nos llevan a elevar adoración y mostrar gratitud hacia Dios.
No obstante, el versículo del encabezado, es quizás uno de los que menos tomamos en cuenta, o quizás del que menos nos preocupamos, ya que se nos llama a la acción, pues fuimos creados con el propósito de hacer buenas obras para Dios. Pero no es hasta que leemos en Apocalipsis que nos damos cuenta de algo más con respecto a esto. Dice su Palabra:
Y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras. (Apocalipsis 2:23)
Quiero hacer énfasis en la última parte: «y os daré a cada uno según vuestras obras», lo cual me lleva a pensar, ¿qué obras estoy haciendo? ¿Con qué me ha de pagar el Señor? Esto no tiene que ver con la salvación, puesto que estas palabras fueron dichas a la iglesia de Tiatira, por lo cual nos habla a los creyentes. Porque recordemos lo que le decía el apóstol Pablo a los gálatas:
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. (Gálatas 6:7–9)
Entonces, hermanos, ¿qué obras estamos haciendo? ¿Con qué materiales estoy construyendo sobre el fundamento que es Cristo (1 Corintios 3:11–15)? ¿Recibiré recompensa de parte del Señor o será pérdida debido a mis obras?
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