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Imitadores de Dios, incluso en la amistad




El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo. (Proverbios 18.24)


Para ser un verdadero amigo de Jesús es necesario que obedezcamos a su Palabra, serles fieles como con un verdadero amigo a quien uno quiere honrar y tenerle en alta estima; así que, no podemos decir que somos amigos del Señor y dejarle fuera de nuestras vidas: «Jesús dijo: Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando» (Juan 15:14).


Los amigos de corazón, son aquellos que tienen el mismo sentir, el mismo amor, los mismos intereses y comparten los mismos temas. Ponemos toda la confianza en aquel amigo cuando, por ejemplo, pasamos por algún problema o dificultad, porque le contamos todos nuestros asuntos con plena confianza, pues allí encontraremos una mano amiga que nos dará el consejo que esperamos y necesitamos. Jesús es ese amigo. Pero, y nosotros, ¿cómo somos como amigos? 


El Señor nos dejó el ejemplo de lo que significa ser un amigo de verdad, pues Él llamó amigo, incluso a aquel que lo traicionó (Mateo 26:50). El Señor Jesús sabía que Judas lo iba a traicionar, pero, aun así, lo llamó a ser su discípulo y jamás se mostró indiferente o con un trato distinto para con él, siempre le trató como a los otros apóstoles, tanto así, que para donde iba el Señor andaba también con él Judas. El Señor le mostró su amistad sincera, pero él se mantenía a distancia; Jesús le dio la oportunidad de que supiera que Él lo consideraba como amigo, y  lo amaba como se ama a un amigo, sin embargo, Judas no quiso ser amigo de Jesús. 


Así que, solo en Jesús encontramos un amigo fiel y verdadero, y además, siempre está ahí cuando le necesitamos, sin importar la hora, pues Él no duerme, ni se cansa, ni está lejos. Por tanto, hermanos, imitemos a nuestro Dios en esto también. Pidámosle su ayuda para que podamos ser amigos fieles de aquellos, que quizás, ni siquiera se merecen nuestra amistad.

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