Porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. (Juan 4.23–24 RVR60)
No sé si todos tenemos claro el tema de la adoración o alabanza a Dios. Pero me quiero referir muy brevemente a ello.
Lo primero es entender porqué debemos alabar.
Porque Él es grande: Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo (Salmos 48:1).
Debido a su justicia: Alabaré a Jehová conforme a su justicia, y cantaré al nombre de Jehová el Altísimo (Salmos 7:17).
Porque Él es bueno: Aleluya. Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia (Salmos 106:1).
Por sus obras: Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien (Salmos 139:14).
Lo segundo es entender cómo debemos alabarle.
Con todo el corazón: Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo (Salmos 9:1–2).
Entre su pueblo: Te confesaré en grande congregación; te alabaré entre numeroso pueblo (Salmos 35:18).
Y tercero, tenemos que conocer quiénes deben alabarle.
Los que le temen: Los que teméis a Jehová, alabadle; glorificadle, descendencia toda de Jacob, y temedle vosotros, descendencia toda de Israel. Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó (Salmos 22:23–24).
Los justos: Alegraos, justos, en Jehová, y alabad la memoria de su santidad (Salmos 97:12).
Los que somos su pueblo: Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu prado, te alabaremos para siempre; de generación en generación cantaremos tus alabanzas (Salmos 79:13).
Toda la creación: Alábenle los cielos y la tierra, los mares, y todo lo que se mueve en ellos (Salmos 69:34).
Alabemos a nuestro Dios, porque Él se lo merece, por todas las obras maravillosas que ha hecho en nuestras vidas.
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