Así que, hermanos míos, amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. (1 Corintios 15:58)
Una de las cosas con las que siempre estamos luchando, como creyentes en Cristo, es con el ser constantes. Muchas veces comenzamos llenos de bríos y ánimo, pero a medio andar (o a veces antes), nos desanimamos y abandonamos aquello que nos comprometimos a hacer para Dios.
Mis hermanos, la constancia no es solo una virtud que debemos desarrollar con la ayuda de Dios, sino que es una característica fundamental para tener vidas espirituales prósperas. En la carta a los Hebreos, su Palabra nos exhorta a correr con paciencia la carrera que tenemos por delante (Hebreos 12:1), en otras palabras, se nos llama a mantenernos constantes en movimiento. Otro detalle es que esta carrera no es una carrera de velocidad, sino de resistencia, y la resistencia solo se puede mantener con constancia.
La constancia es lo que nos permite permanecer firmes en la fe a pesar de las pruebas y dificultades. En Santiago 1:12 se nos dice: «Bienaventurado el hombre que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman». Aquí vemos la promesa de Dios para aquellos que permanecen constantes en la fe: la corona de vida.
La constancia también está estrechamente ligada a nuestra relación con Dios. Un creyente que es constante en su andar con Dios, es aquel que no solo lo busca en tiempos de necesidad, sino que lo hace diariamente, especialmente en las pequeñas y grandes cosas. Este tipo de constancia requiere disciplina espiritual: oración diaria, lectura, meditación y estudio de la Palabra diariamente, así como una comunión constante con otros creyentes.
Finalmente, la constancia no solo tiene recompensas espirituales, sino que también es un testimonio poderoso para aquellos que nos rodean. Porque cuando ven nuestra perseverancia en la fe, incluso en medio de la adversidad, pueden ser inspirados a buscar a Dios con la misma diligencia. Mis hermanos, ¿en qué áreas de nuestras vidas necesitamos más constancia? Pidámosle al Señor que nos guíe y fortalezca en esas áreas específicas para que podamos crecer y perseverar en nuestro caminar con Él.
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