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Lejos de Dios, nada podemos hacer



Versión en video: https://youtu.be/DddJmF3r2FM


Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan 15:5)


Desde que nacemos y comenzamos a crecer, en este mundo, se nos anima a ser independientes, se nos insta a lograr grandes cosas por nuestra cuenta, básicamente, se nos enseña a ser autosuficientes. La autosuficiencia es promovida como una virtud, y la idea de depender de alguien más puede parecer una debilidad a los ojos de muchos. Sin embargo, el Señor Jesús nos dice algo completamente contrario: sin Él, no podemos hacer nada.


El Señor Jesús, en este pasaje tan profundo, nos recuerda nuestra absoluta dependencia de Él. Primeramente, se presenta como la vid verdadera, la fuente de vida, y nosotros somos los pámpanos (esbozos de una rama) que dependen completamente de esa vid para subsistir y dar fruto. Y desde el punto de vista espiritual, si no estamos conectados a Él, no tenemos vida, fuerza, ni propósito.


Esto no significa que no podamos realizar tareas o alcanzar metas humanas. Pero todo lo que hacemos fuera de la conexión con Cristo es temporal, vacío, y carece de valor eterno. Sin Él, nuestros esfuerzos son como ramas secas, sin vida, que finalmente serán desechadas.


Ahora, ¿qué significa permanecer en Él? Significa mantenernos en comunión constante con Él. Es buscarle en oración diaria, estudiar su Palabra, y obedecer sus mandamientos cada día. Además, es reconocer que cada respiración, cada paso, y cada logro provienen de su gracia. Es vivir conscientes de que no somos dueños de nosotros mismos, sino que dependemos completamente del Señor para poder subsistir, así como la rama depende de la vid.


Sin embargo, ¿cuántas veces hemos intentado enfrentar nuestros días con nuestras propias fuerzas? ¿Cuántas veces hemos sentido que, a pesar de nuestros esfuerzos, algo falta en nuestra vida? El Señor Jesús nos recuerda hoy que no estamos diseñados para caminar solos. Él es quien sostiene nuestra vida, quien da dirección a nuestro camino, y quien nos capacita para llevar fruto abundante. En este día, mis hermanos, reconozcamos que somos completamente incapaces de lograr algo fuera de nuestro Dios.

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