Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos. (1 Timoteo 1.19 RVR60)
Cuando una persona se hace a la vela en alta mar necesita saber tres cosas importantes: su ubicación, su destino y el rumbo. Usando un mapa y una brújula uno puede llegar a donde se quiera ir. La parte difícil es determinar dónde está uno en un momento específico del viaje. Porque el mal tiempo (los vientos fuertes, las olas altas y una visibilidad limitada) crea condiciones que a veces pueden confundir a los marineros y les hace perder el rumbo.
Oí hablar de alguien que se dispuso a cruzar el lago Michigan de Milwaukee a Grand Haven. Después de navegar durante dos horas, confiando en su propio sentido de dirección, alcanzó a ver una gran ciudad en el horizonte y exclamó, diciendo: ¡Es Milwaukee! Lo cierto es que de alguna manera, pensando que iba en dirección este, había navegado en un gran círculo, volviendo al punto desde donde había partido. Lo mismo nos puede pasar a los creyentes cuando confiamos en nosotros mismos para vivir una vida espiritual. De ahí que su Palabra nos diga:
Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. (Proverbios 3.5 RVR60)
Una pregunta que todos nos hemos hecho como creyentes es: ¿Cómo podemos mantener el rumbo y evitar el naufragio espiritual? Dios, a través del apóstol Pedro, nos da la respuesta a esta pregunta:
Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. (2 Pedro 1.5–11 RVR60)
Conforme a lo que leemos, si hacemos estas cosas que menciona el apóstol Pedro, no perderemos nuestro rumbo, no nos extraviaremos en nuestro viaje espiritual. Así como la nube de día y la columna de fuego de noche que guiaba el puedo de Israel, del mismo modo debemos seguir únicamente a Dios, confiando en su guía y dirección, ya que solo Él conoce el camino correcto.
Entonces, mis hermanos, ¿vamos por el rumbo correcto o estamos en peligro de naufragar espiritualmente hablando? Determinemos ahora mismo vivir por fe y en santidad a Dios, manteniendo el rumbo hasta que lleguemos a nuestro hogar espiritual en los cielos con seguridad.
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