En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas. (Isaías 61:10)
Una de las características de nuestro tiempo es la ausencia casi general de un gozo profundo y duradero. Muy pocas veces se encuentra gente verdaderamente feliz en el mundo. Sin embargo, nuestra sociedad ha organizado muchas distracciones con el fin de regocijarse, tratando de borrar así las preocupaciones de la vida. Pero la alegría demasiado artificial que resulta de las diversiones propuestas a menudo ocultan la tristeza de las personas sin Dios. Los corazones permanecen insatisfechos, porque la verdadera felicidad no se halla en las condiciones de vida fáciles o incluso agradables.
A menudo el rostro refleja lo que el alma siente (Proverbios 15:13). Como creyentes, si en nuestros rostros llevamos las huellas de las preocupaciones y las penas, ¿no es porque no hemos olvidado dónde encontrar el verdadero gozo? Mis hermanos, las pobres distracciones del mundo son efímeras y no pueden satisfacernos. Es en su presencia donde «hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre» (Salmos 16:11).
Es en el conocer a Dios a través del Señor Jesús, que podemos experimentar el verdadero gozo que llena nuestras almas. En su presencia experimentamos el amor de Dios y la esperanza que nos ofrece Cristo, los cuales dan una verdadera razón de vivir y un gozo que llena nuestras almas. Este es el efecto que produce Cristo. Por ejemplo, en el capítulo 8 de Hechos, cuando se nos relata lo de Felipe y el Eunuco, tras creer en el Señor y bautizarse, su Palabra nos dice que: «siguió gozoso su camino» (Hechos 8:39).
Hoy es un día para recordar al Señor Jesús y su sacrificio en la cruz, a través de los símbolos del pan y la copa. Hoy es un día de gozo, así que, hermanos, gocémonos en nuestro bendito salvador, en su redención y en todo lo que se nos ha dado a través de Él.
Comments