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Nada nuevo bajo el sol

 


¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. ¿Hay algo de que se pueda decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después. (Eclesiastés 1:9–11)


A veces, al enfrentarnos a la rutina y las preocupaciones de la vida diaria, podemos sentir que todo parece repetirse. Las mismas dificultades, los mismos problemas y las mismas luchas. Eclesiastés nos recuerda esta verdad: «no hay nada nuevo bajo el sol». Pero, ¿qué significa esto para nuestras vidas?


El autor de Eclesiastés nos lleva a reflexionar sobre la naturaleza cíclica de la vida. Los eventos que hoy parecen novedosos ya ocurrieron en generaciones pasadas, y lo que vivimos ahora será olvidado con el paso del tiempo. Esto puede parecer desalentador, pero también puede ser una invitación a ver las cosas desde la perspectiva de la eternidad.


En nuestra humanidad, tendemos a buscar novedades, cambios y soluciones inmediatas a nuestros problemas. Pero Dios, en su infinita sabiduría, nos enseña que lo que verdaderamente necesitamos no es algo nuevo «bajo el sol», sino la transformación que solo Él puede traer a nuestras vidas. Mientras que el mundo sigue su ciclo, Cristo vino para ofrecernos una vida nueva, diferente y eterna.


Aunque las circunstancias de la vida puedan parecer repetitivas, el Señor tiene un propósito para cada temporada. Cada día es una nueva oportunidad para acercarnos a Él, confiar en su plan perfecto y recibir de su sabiduría. Mis hermanos, recordemos que nuestra esperanza no está en las cosas que vemos o en las experiencias pasajeras, sino en la obra redentora de Cristo.


Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. (Hebreos 12:1–2)

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