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No seamos desagradecidos 




Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. (Lucas 9:58)


Muchas veces damos por sentado que las cosas que nos han sido dadas por Dios, y para peor, que no hace falta que le demos las gracias por ello. Vivimos nuestra vida sin agradecer la gran cantidad de cosas que Él nos da, sino que nos limitamos a dar gracias, por ejemplo, por los alimentos o por la salvación de nuestra alma.


Porque si nos ponemos a pensar en las cosas que día con día tenemos y no agradecemos, podríamos mencionar cosas como, por ejemplo, que la gran mayoría de nosotros duerme sobre una cama en las noches y con una almohada bajo su cabeza; que tenemos nuestros 5 sentidos funcionando; que nunca nos ha faltado un plato de comida, etc. Sin embargo, el creador del universo no tuvo dónde recostarse. Pero ¿alguna vez hemos agradecido a Dios por el aire que respiramos? ¿O que nuestros pulmones funcionen? ¿Que podamos ver y/u oír? ¿Le hemos dado gracias a Dios porque su sol salió un día más? ¿O porque podemos sentir dolor? Oh, sí, poder sentir dolor también es una bendición, es muy importante que nuestro cuerpo lo pueda sentir, porque si así no fuera, podríamos dañar severamente nuestro cuerpo, ya que el dolor nos avisa de que algo no anda bien o es dañino.


Quizás usted sea de esas personas que le da gracias a Dios, pero solo por las bendiciones o por las cosas que son buenas a nuestros ojos, pero jamás ha agradecido el mal que ha recibido. Job dijo: «¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?» (Job 2:10). Lo terrible es que si como creyentes agradecemos tan poco, cuánto menos las personas que no tienen a Cristo como su Salvador, pues ellos son aún más ingratos para con Dios de lo que somos nosotros. No obstante, ellos no están desobedeciendo un mandato directo que tenemos los hijos de Dios, ya que su Palabra nos dice: «Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1 Tesalonicenses 5:18)


En suma, como criaturas, en general, somos muy mal agradecidos para con Dios. Y como creyentes la mayor parte del tiempo nuestras oraciones son únicamente de petición y no de gratitud. Por lo tanto, cambiemos esto, hermanos, y aprendamos a ser hijos que elevan su gratitud continua a su amante Dios y Salvador.

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