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¿Ocupamos el tercer lugar?




Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. (Filipenses 2:3–4)


En un colegio de muchachos se encontraba, en un dormitorio entre muchos banderines e insignias, uno que tenía la inscripción siguiente: ESTOY CONTENTO DE SER TERCERO. Un compañero del cuarto preguntó al dueño del banderín: 

—Jorge, he tenido mucha curiosidad todo el año por saber el significado del lema que tienes colgado sobre tu mesa. Haz el favor de decirme qué significa, porque es posible que no vuelva el año entrante. 

—Mi madre me lo dio —dijo Jorge—. Me dijo que si yo quería vivir una vida de utilidad, debía poner el nombre de Dios primero, otros nombres en segundo lugar y el mío en el lugar último.


Cuando somos pequeños, se nos enseña en las clases de gramática que el orden de los pronombres son: Yo, tú, él, ella, etc. En el mundo se nos enseña que uno, «el yo», todo el tiempo, debe anteponerse a todo, ya que siempre debemos pensar en nosotros o velar por nuestra felicidad o nuestro bien antes que el de los demás. Sin embargo, en la gramática de Dios, este orden es a la inversa. Primero es Él, luego nuestro prójimo, y finalmente, yo. 


Cuando al Señor Jesús le preguntaron cuál era el principal de todos los mandamientos, dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas» (Mateo 22:37–40). Por tanto, en la gramática del cielo, Dios siempre va primero, en segundo lugar va nuestro prójimo, y finalmente, en tercer lugar, vamos nosotros. 


Mis hermanos, si Dios no es quien tiene la prioridad y la preeminencia en cada aspecto de ellas, preocupémonos, porque le estamos robando su lugar. Y si no estamos anteponiendo a nuestros hermanos y a nuestro prójimo, por delante de nosotros, no estamos obedeciendo al amor que nos manda Dios. Y si por abc estamos ocupando el tercer lugar, pregunto: ¿estamos contento con ello? Y más importante aún: ¿En qué lugar estamos?

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