Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. (Mateo 2:11)
Dentro de unos días más, el mundo (y muchos cristianos) celebrarán Navidad. Se supone que esta fecha conmemora el nacimiento del Señor Jesús, aunque el mundo lo relaciona más con los regalos, adornos de luces, decoración de la casa, reuniones familiares, y con el viejito de pelo blanco y gordo que le lleva regalos a los niños que se portaron bien durante el año.
Se dice que el origen «bíblico» de los regalos, por ejemplo, tiene que ver con los magos que visitaron al Señor Jesús, cuando ya estaba en su casa, puesto que dice: «Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María»; a quien le presentaron distintos presentes. Notemos que la finalidad de los regalos fue una expresión de adoración que hicieron estos hombres venidos del oriente. Sin embargo, hoy en día, lo de los regalos, no es más que una especie de deformación comercial.
Un hermano escribía: «Si te hallas atrapado en la codicia de la Navidad, aparta un momento para sentarse tranquilamente. En tu mente, camina con los magos a ver al niño Jesús. Inclínate ante Él y ofrécele el regalo de tu amor y adoración. Que en este año, en vez de una Navidad de codicia, tengas una Navidad de adoración».
Mis hermanos, la Palabra de Dios está llena de versículos que mandan adorar a Dios, como por ejemplo: «Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas» (Apocalipsis 14:7). Pero lo cierto es que los hijos de Dios no necesitamos de una época especial para adorar a Dios o para hacer memoria de Él, es más, cada oración que elevamos a Dios Padre, conforme a la enseñanza del Señor Jesús, debe comenzar con adoración: «Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre» (Mateo 6:9). Aunque es importante decir que la mejor manera de adorar a Dios es a través de la obediencia a su Palabra y sus mandamientos.
Pregunto: ¿Ya ofrecimos la adoración que Dios demanda y que merece en este día?
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