Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. (Santiago 5:16)
En este versículo, Santiago nos recuerda la importancia de interceder en oración por nuestros hermanos y hermanas en Cristo. La oración no es solo un acto personal entre nosotros y Dios; también es una herramienta poderosa para edificar a otros, traer sanidad y fortaleza en los momentos difíciles.
Cuando obedecemos el mandato de Dios, orando los unos por otros, algo maravilloso sucede: el amor de Dios se manifiesta de una manera tangible, tal como lo que dice su Palabra en 1 Juan 3:18, «Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad». Entonces, al llevar las cargas de los demás ante el trono de gracia, cumplimos la ley de Cristo (Gálatas 6:2) y reflejamos el corazón de un Dios que siempre está atento a nuestras necesidades.
Además, el versículo del encabezado, nos anima a confesar nuestras faltas y a ser vulnerables unos con otros. La humildad y la transparencia abren la puerta para que nuestras relaciones sean más profundas y genuinas. Orar unos por otros también fomenta la unidad en el cuerpo de Cristo, recordándonos que todos somos parte de una misma familia espiritual.
Probablemente, en nuestras iglesias alguien está pasando por una dificultad o quizás, necesite dirección en su vida, bueno, tomemos unos minutos para orar específicamente por lo que nuestro(a) hermano(a) esté viviendo. Si es posible, compartamos con ellos un mensaje o un versículo de ánimo, dejándoles saber que estamos orando por su situación.
Mis hermanos, si «la oración eficaz del justo puede mucho», ¿por qué la guardamos para nosotros y no la usamos con nuestros hermanos?
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