Él [Dios] quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. (1 Timoteo 2:4)
En la sociedad hay mucha gente que pasa desapercibida. Como no hacen ruido, uno no se preocupa mucho por su opinión o sus aspiraciones. Sin embargo, aunque pasen inadvertidos para los hombres, no es así para con Dios, quien no solo los ve, sino que además conoce cada aspecto y las circunstancias de sus vidas. Bien dice su Palabra: «Desde los cielos miró el Señor; vio a todos los hijos de los hombres» (Salmo 33:13). David, hablando de la omnisciencia de Dios, decía: «Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos» (Salmo 139:3). Y en Jeremías leemos que Dios dice: «¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?» (Jeremías 23:24).
Hermano(a), ¿se siente usted aislado, ignorado, incluso, quizás, despreciado? ¡Refúgiese en aquel que le ama con amor eterno (Jeremías 31:3), esto es, Dios! Puede que los que nos rodean nos aíslen o nos desprecien, pero no nuestro Dios, Él nos ama desde antes de la fundación del mundo, le conoce desde el vientre de su madre (Salmos 139:15–15). Usted y yo tenemos la certeza de lo que decía el salmista: «Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá» (Salmos 27:10).
Ahora, si usted no es hijo de Dios, si aún no le ha entregado su vida a Cristo, entonces, sepa que Dios no rechaza a nadie, porque «no hay acepción de personas para con Dios» (Romanos 2:11; Efesios 6:9). Y sin importar cuál sea nuestro origen, nuestro color de piel, nuestro país, nuestra posición social, nuestra profesión, etc. Dios declara que todos somos pecadores, pues «no hay diferencia» (Romanos 3:22). Pero lo maravilloso de todo esto es que Él le ofrece de su perdón gratuito a todos los que se acercan con fe, mediante la obra de Jesús en la cruz. Bien que nos dice: «Al que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6:37). Si usted cree en el Señor Jesucristo como su salvador personal, dice su Palabra que nada «nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:39).
Reitero, no importa si nadie nos toma en cuenta, si pasamos desapercibidos para el mundo, no es así como Dios, para Él somos un especial tesoro, puesto que nos ama y desea hacernos el bien.
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