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Permaneciendo en la vid



Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan 15:5)


En este versículo, el Señor Jesús nos recuerda una verdad fundamental de nuestra vida cristiana: Él es la vid, la fuente de vida y sustento, y nosotros somos los pámpanos, esto es, los racimos que dependen completamente de Él para vivir y dar fruto.


Es fácil, en medio de nuestras ocupaciones diarias, olvidar esta verdad y tratar de llevar nuestras cargas solos, basándonos en nuestras propias fuerzas. Sin embargo, Cristo nos dice que sin Él, nada podemos hacer. Pero ¿cuántas veces nos encontramos vacíos, frustrados o sin fuerzas, intentando avanzar por nuestra cuenta? Este versículo nos invita a recalibrar nuestro corazón y mente, reconociendo que nuestra verdadera capacidad de tener una vida plena y fructífera viene únicamente de nuestra conexión con Él.


Ahora, permanecer en el Señor Jesús significa depender de Él en todo momento, buscarlo en oración, leer su Palabra, y permitir que su Espíritu Santo guíe cada paso de nuestra vida. Es vivir de acuerdo con sus enseñanzas y confiar en su provisión y dirección en cada circunstancia, por difícil que esta parezca. 


Mis hermanos, ¿estamos tratando de controlar algún área de nuestras vidas por nosotros mismos? ¿Qué cosas estamos intentando lograr con nuestras propias fuerzas? Hoy, nuestro Señor nos recuerda que todo lo que realmente importa y tiene valor eterno fluye de nuestra relación con Él. Tal como los pámpanos no pueden dar fruto sin estar conectados a la vid, nosotros no podemos vivir vidas fructíferas sin depender completamente de Cristo.


Permanezcamos en Él. Acerquémonos en oración, confiemos en su Palabra y dejemos que el poder del Espíritu Santo fluya a través de nosotros, sabiendo que, a su tiempo, Él producirá en nosotros el fruto que glorifica a nuestro bendito Dios.

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