Versión en video: https://youtu.be/9_JASkTrxgg
Acuérdense de los presos, como si ustedes fueran sus compañeros de cárcel; y también de los que son maltratados, como si ustedes mismos estuvieran sufriendo en su cuerpo. (Hebreos 13:3)
Mis amados hermanos en Cristo, si bien, en cada rincón del mundo, el Evangelio sigue transformando vidas. Sin embargo, también genera oposición férrea en pleno siglo XXI. Hoy quiero que dirijamos nuestra atención hacia nuestros hermanos que enfrentan persecución únicamente por ser cristianos. En África, en países como Nigeria, en este último tiempo, la persecución se ha vuelto más intensa.
Durante la historia, miles de cristianos han sufrido violencia y discriminación simplemente por seguir a Cristo. Pero incluso en nuestros días pastores son asesinados (también en este lado del mundo, en países como Colombia, México o Haití), iglesias son destruidas, familias son desplazadas y comunidades enteras son atacadas por grupos extremistas. Es una realidad desgarradora, pero a la vez nos recuerda la fuerza y la valentía del cuerpo de Cristo en medio de la adversidad.
El escritor de Hebreos nos exhorta a «acordarnos de los presos» y de los maltratados como si fuéramos nosotros mismos los que estamos sufriéndolos. Esta no es una sugerencia, sino un llamado urgente a ponernos en el lugar de nuestros hermanos que sufren. ¿Cómo podemos hacer esto?
El primer paso es orar por ellos. Bien dice en Santiago 5:16 que «la oración eficaz del justo puede mucho». Pidamos a Dios que fortalezca la fe de nuestros hermanos, que les proteja y que derrame su gracia sobre ellos, para que puedan soportar esas pruebas. También podemos apoyar ministerios y organizaciones que trabajan en estas regiones peligrosas, tales como la Voz de los mártires o el ministerio de Puertas abiertas. Si está dentro de nuestras posibilidades, ayudando a las familias desplazadas, reconstruyendo iglesias y llevando consuelo espiritual y físico a quienes lo necesitan. Si bien puede que no podamos viajar hasta allá, nuestros recursos y apoyo sí pueden llegar.
Nuestros hermanos perseguidos en muchos lugares no están solos, pues Dios está con ellos, y nosotros, como su cuerpo, estamos llamados a ser parte de su sostén. Además, nos enseñan una lección profunda: que la fe verdadera brilla más en medio de la oscuridad. Y aunque enfrentan sufrimientos, no renuncian a Cristo. Su valentía debe inspirarnos a vivir con más pasión y entrega por el Señor, y a no dejar de orar por ellos.
Yorumlar