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Promesas de protección y salvación



Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación. (Salmos 91:14–16)


En este pasaje, Dios mismo les ofrece una promesa poderosa a aquellos que lo aman y confían en Él. La promesa es clara y completa: seguridad, rescate, y vida en abundancia. Este Salmo destaca cómo el amor por Dios, manifestado en un verdadero conocimiento y relación con Él, trae como recompensa su protección y presencia constante.


Dios promete liberarnos y colocarnos en un lugar seguro, no solo en el sentido físico sino también espiritual. Nos asegura que, aun en medio de la angustia, su presencia estará con nosotros. ¡Qué profundo consuelo saber que, en las pruebas y dificultades, no estamos solos; Él está a nuestro lado, escuchando cada oración y sosteniéndonos en su mano poderosa!


Asimismo, una de las razones para gozar de estas bendiciones es haber conocido a Dios, esto es, haber tenido un encuentro personal con Él como el salvador de nuestras vidas. Por tanto, este pasaje nos invita a cultivar una relación profunda y sincera con Dios, primero como salvador, y luego como nuestro Dios. Además, se nos insta a poner nuestro amor y confianza en Él, para poder disfrutar de sus promesas. La pregunta es: ¿Conocemos personalmente a Dios como salvador? ¿Confiamos realmente en su protección y promesas? ¿Le conocemos a tal punto que Él es nuestro refugio en cada circunstancia?


Dios no nos ofrece respuestas a todo lo que pueda pasarnos, pero sí promete consuelo en cada momento de necesidad. Recordemos esta promesa y hagamos de nuestra relación con Él una prioridad, ya que al buscar su rostro cada día, veremos su mano de amor y protección obrando en nuestras vidas.

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