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Regalo extremo




Rusia: Capitán Marco


Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. (Lucas 6:35–36)


—¿Qué es? —Gruñó al joven el capitán soviético, Marco. 

—¿Qué quieres?

El niño, de solo doce años, se tragó su miedo mientras estaba frente al oficial comunista. 

—Capitán, usted es el hombre que puso a mis padres en prisión. Hoy es el cumpleaños de mi madre, y siempre le compro una flor para su cumpleaños. Desde pequeño, mi madre me enseñó a amar a mis enemigos y a recompensar el mal con el bien. Así que, le he traído una flor para la madre de sus hijos, por favor, llévaselo a tu esposa esta noche, y cuéntale sobre mi amor y el amor de Cristo.


El Capitán Marco, que había visto cómo los cristianos habían sido golpeados y torturados sin piedad, quedó atónito ante el acto de amor de aquel muchacho. Sus lágrimas cayeron mientras caminaba lentamente alrededor del escritorio y le daba al niño un abrazo paternal. El corazón de Marco fue cambiado por el don del amor de Cristo. Ya no podía arrestar y torturar a los cristianos, y debido a esto, pronto él mismo fue arrestado.


Solo meses después de la visita del niño a su oficina, Marco se desplomó en una celda sucia rodeada de algunos de los mismos cristianos que había arrestado y torturado anteriormente. Con lágrimas en los ojos les contó a sus compañeros de celda acerca del joven y el simple regalo de una flor. Consideraba un honor compartir celda con los que antes había cazado y torturado.


El amar a los enemigos, es parte de la nueva naturaleza. El Señor Jesús enseñó que otros reconocerían a los verdaderos creyentes por su demostración de amor (Juan 13:35). Y no solo para aquellos que nos aman a cambio (Mateo 5:44–47). A menudo, la misericordia y amor hacia los extraños —e incluso a los enemigos— es la mejor aplicación de las enseñanzas del Señor Jesús. Y aunque el mundo no entienda dichos actos, se ve afectado por ellos. Reflejamos plenamente a Dios cuando hacemos esto (Mateo 5:48), ya que Él nos dio a su único Hijo para demostrarnos su amor. ¿Qué podríamos dar hoy para abrir el corazón de alguien al reino de Dios?


FUENTE. Libro devocional: Devoción Extrema. La Voz de los Mártires.

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