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Restaurando relaciones a la manera de Cristo



Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. (Mateo 18:15)


Ayer hablaba sobre el perdón, haciendo mención de que en nuestras vidas diarias, es inevitable que enfrentemos situaciones en las que otros nos ofendan o pequen contra nosotros. Y como seguidores de Cristo, nuestra respuesta a estas situaciones debe ser diferente a la del mundo. El Señor Jesús, en su enseñanza en Mateo 18, nos muestra un camino de reconciliación y restauración que refleja su amor y gracia.


Primero, el Señor nos llama a confrontar el pecado de una manera directa pero amorosa. En lugar de hablar mal de la persona que nos ha ofendido o guardar rencor en nuestro corazón, debemos acercarnos a esa persona y hablar con ella cara a cara. Este es un acto de valentía y amor, ya que nuestro objetivo no es humillar, sino restaurar la relación. Nuestro Señor nos recuerda que la corrección debe hacerse «estando tú y él solos», es decir, es un momento íntimo y personal donde podemos expresar nuestras heridas y buscar la sanidad de la relación.


Este enfoque es radicalmente diferente al mundo, que muchas veces promueve la difusión en RRSS de nuestras quejas y heridas en lugar de abordarlas directamente con la persona involucrada. El Señor Jesús nos enseña que la reconciliación comienza en privado, con humildad y respeto, buscando siempre ganar a nuestro hermano en lugar de perderlo. Ahora, si la persona escucha y se arrepiente, hemos ganado un hermano. Pero, si no escucha, se nos da instrucciones claras sobre cómo proceder, siempre con el fin de restaurar y no de destruir. Este proceso enfatiza la importancia de la comunión y el rol que todos jugamos en mantener la paz y la pureza dentro del cuerpo de Cristo (Efesios 4:3).


Mis hermanos, pidamos a nuestro Señor que nos ayude a ser instrumentos de paz y reconciliación, dándonos la valentía para hablar la verdad con amor y el discernimiento para hacerlo en el momento adecuado. Así que, mis amados, siempre busquemos la restauración y no la venganza, siguiendo el ejemplo que nuestro salvador nos dejó en su palabra. 


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