Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré. (2 Samuel 22:3)
«A dondequiera que uno mire, las nubes oscuras se acumulan en el horizonte de todos los continentes. La economía mundial tambalea en todas partes», escribía un periodista. El mundo anda mal, eso no es ningún secreto. Pero la crisis no se limita a la economía, tal como asegura el periodista. Es cosa de mirar un poco en los noticiarios para ver cómo los valores morales desaparecen, porque hemos perdido —o rechazado— las referencias que constituyen el fundamento de nuestra sociedad, es decir, la familia. Se ha estado promoviendo una sociedad progresista, promulgando leyes que minan las bases de la misma. Eso sin mencionar que se confunde la conciencia y la inteligencia, se reemplaza la verdad por la mentira y la subjetividad. Se habla de un gobierno mundial del cual Dios es excluido. Sin embargo, esto es solo parte de las señales que Dios nos dejó en su Palabra.
Mis hermanos, el mundo puede desesperar, pero no nosotros, porque el trono de nuestro Dios es inquebrantable (Salmo 11:4), es decir, que Él es el soberano absoluto y no importa si el mundo se cae a pedazos, nuestro Dios está en control. Él es nuestro fundamento sólido sobre el cual nos podemos apoyar siempre. Aún hoy Él dice a todos los que buscan socorro: «Volveos a mí» (Malaquías 3:7).
El Señor dijo: «Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca» (Mateo 7:24). Mis hermanos, las tempestades, siempre han golpeado contra el mundo, reinos ascendieron y cayeron, guerras que parecían no tener fin han ocurrido varias veces, desastres sin fin han azotado a los seres humanos, pero nada puede destruir al que construye su vida en Dios. En su Palabra encontramos que dice: «Te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero» (Apocalipsis 3:10). Si tenemos tal promesa, ¿habremos de temer por las «tempestades» que están empezando a ocurrir en el mundo?
Mis hermanos, nos acercamos más y más a la aparición del anticristo y a la gran tribulación, pero el punto no es todo lo que va a pasar, sino que al, es Cristo quien triunfa y reina por la eternidad. Así que, sintámonos seguros en Dios y en sus promesas.
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